Deseo y sufrimiento
La película WW84, o Mujer Maravilla 1984 (2020) de Patty Jenkins vuelve a traer la figura de la conocida súper heroína, esta vez poniéndola en el mundo de la década de 1980 del siglo pasado. Es decir, demuestra que es una heroína eterna, preparada en su niñez en su hábitat como una guerrera, en una isla utópica de mujeres amazonas oculta en los confines del tiempo y del espacio. El nuevo mundo, por contraste, es distinto, lleno de peligros y de ambiciones.
¿Se puede decir algo de esta película, más allá de ser una historia plana, esquemática y hasta inverosímil? La Mujer Maravilla 1984 de Jenkins no es más que eso, un filme diseñado para entretener con la cantidad de peleas, de efectos especiales, de movimientos de personajes y masas. Incluso el filme pone en pantalla la imagen de la primera Mujer Maravilla, aquella que protagonizara la serie de televisión de 1975: Lynda Carter. Fuera de ello, nos topamos con un producto comercial harto predecible y harto obvia.
Un tema permea a esta película: el deseo. ¿Cómo lograrlo? Se introduce en el argumento una vieja pieza de algún mítico dios; su uso se traduce, para quien lo toca y pronuncia el deseo, el cumplimiento de tal deseo. Y quizá habría tres deseos que se podrían esbozar: a) el tener el amor de la vida, b) el tener la fuerza necesaria para enfrentar la violencia cotidiana, y c) el tener toda la riqueza para que todo el mundo se postre ante su poseedor.
Tres deseos que infelizmente tienen su costo. Tal el mensaje de Jenkins en su Mujer Maravilla 1984. Para la Mujer Maravilla, recuperar al ser amado, implica la pérdida de su poder. Para la amiga que enfrenta el acoso callejero, el recurrir a la fuerza propia es la salida, pero también su perdición como ser humano. Y para el empresario engañador, la riqueza obtenida solo demuestra una megalomanía que puede causar el apocalipsis en su entorno –el personaje que lo representa, paradójicamente, tiene un parecido con Donald Trump–. Este es el argumento esquemático de Mujer Maravilla 1984: filme que trata de moralizar, usando para el caso, ejemplos estereotipados que ya llegan a lo risible.
Lo obvio radica en que un hecho deviene en una consecuencia. Y claro, la única que reconoce que debe renunciar a su deseo, porque le causa sufrimiento, es la Mujer Maravilla, mientras los otros personajes se empecinan a seguir bregando en sus afanes. ¿Hay algo más en las más dos horas de metraje de Mujer Maravilla 1984? Un problema ya frecuente en este tipo de películas es el exceso de metraje, de secuencias. La historia bien puede resumirse a la mitad –o menos– de lo que se ve. Lo demás es puro efecto, es puro ruido; incluso por hacer esquemático la oposición de personajes centrales y secundarios, el filme pasa por un mal ejemplo de un cine que probablemente se pretende feminista.