Punto de vista
Del feriado bancario y la Constitución de Montecristi
Con motivo del inicio de la campaña por la segunda vuelta electoral para selección de Presidente y Vicepresidente de la República, a llevarse a cabo el día 2 de abril del presente año, se ha escuchado por parte de ambos candidatos presidenciables diversas tesis respecto del feriado bancario ocurrido en nuestro país en el año 1999.
Como tengo muchos jóvenes lectores, hago un sucinto recuento de lo vivido en carne propia, aquel nefasto 8 de marzo de 1999, en que el entonces presidente de la República, Jamil Mahuad Witt, declaró un feriado bancario de 24 horas, plazo que no se cumplió ya que la declaratoria se extendió por 5 días. Durante estos 5 días se suspendieron todas las operaciones financieras en el territorio nacional, por lo que ningún ciudadano podía retirar su dinero de las cuentas de ahorro, corriente, pólizas que haya tenido en la banca nacional.
También Mahuad decretó que todas las cuentas bancarias, cuyos depósitos o saldos superaren los dos millones de sucres, quedaban congeladas.
Aproximadamente el 70% de las instituciones financieras del país llegaron a la quiebra institucional y financiera, con el consecuente perjuicio para sus clientes y sus familias, para sus empleados y sus familias, para sus proveedores y sus familias, saliendo el Estado ecuatoriano al salvataje de los banqueros, salvataje hecho a los banqueros con dinero de todos los ciudadanos, quienes tuvimos que asumir los costos de estas nefastas decisiones, esto, por medio de diversos mecanismos, entre ellos, la reducción del gasto social y la elevación del costo de los servicios.
Pero si estas lascivas decisiones para el ciudadano común no hubieren causado suficiente daño, ese mismo año, el Banco Central del Ecuador implementó una serie de medidas devaluatorias de nuestra extinta moneda, el sucre, teniendo como efecto inmediato del decreto de inflación, la depreciación de los ahorros de toda la ciudadanía ecuatoriana, quedando los ecuatorianos expuestos al cambio masivo de nuestro sucre, por el dólar de los Estados Unidos de Norteamérica.
Los efectos de la crisis financiera fueron varios: la actividad económica fue de menos siete y menos ocho por ciento, el sucre perdió su valor por sobre el 195%, las pérdidas económicas ascendieron a ocho mil millones de dólares, el ingreso per cápita del dólar había caído por 32% durante aquel año, el desempleo aumentó de 9% al 17% y el subempleo aumentó de 49% al 55%, fueron utilizados 1.6 mil millones de dólares de los fondos del Estado de Ecuador para salvar a los bancos que quebraron, el medio circulante aumentó a una proporción anual de 170% para pagar a los depositantes de los bancos quebrados.
Al año siguiente, esto es, enero del 2000, el mismo gobierno decretó la dolarización a una paridad de 25.000 sucres por cada dólar de los Estados Unidos de Norteamérica, razón por la que, quienes tenían ahorros congelados en sucres recuperaron solo una quinta parte de su dinero; mientras que los que tenían créditos con entidades financieras vieron reducida su deuda en una quinta parte, esto no solo afectó la economía local, afectó nuestro desarrollo, nuestra salud, generó la mayor ola migratoria en la historia de nuestro país, destruyendo familias enteras, abandonando hijos, madres, padres, sus hogares, sin un presente, con un futuro incierto, llegando en muchos casos a cobrar la vida de ciudadanos que como muchos de nosotros, vimos el fruto de nuestro esfuerzo congelado y sin ningún poder adquisitivo, creando la mayor crisis vivida en nuestro país en los últimos años.
Al escribir este artículo y recordar lo vivido, he vuelto a sentir esa impotencia y ese dolor de aquella fecha, al constatar centenares de familias llorando a sus muertos, quienes ante ver desaparecer sus ahorros y no tener cómo cubrir sus necesidades, acabaron con su vida.
Afortunadamente y gracias a que la Asamblea Nacional Constituyente de Montecristi, en el año 2008, incluyó en el último inciso del artículo 308 de la vigente Constitución de la República el siguiente texto.- “Se prohíbe el congelamiento o la retención arbitraria o generalizada de los fondos o depósitos en las instituciones financieras públicas o privadas”, podemos decir que ese pasado no volverá, por nuestros muertos, por nuestras familias desintegradas, porque el Ecuador ya cambió y merece ser una Patria altiva y soberana.
¡Juntos somos invencibles! (O)