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Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
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El Telégrafo
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El covid-19 destruye el tejido social

Con la pandemia del covid-19, que impuso sus condiciones en el mundo entero en el 2020, el pánico ciudadano y sobre todo el corporativo se extiende por todas partes. No es la primera  en la historia, pero esta vez su expansión y sus consabidas consecuencias son más rápidas, además el descalabro económico se desató en cuestión de días. Los líderes políticos se ven abocados a reaccionar a una velocidad a la cual no están ni preparados ni acostumbrados y en algunos casos están dando palos de ciego frente a un enemigo invisible, que copa todos los espacios y que destruye el entramado económico y el tejido social; una de sus más evidentes manifestaciones está en la destrucción del empleo.

Algunos países se han podido proteger con sus reservas y  mantener en algo el empleo público y a sus empresas; sin embargo, otros países que no han tenido un colchón económico que los soporte ven impotentes y con estupor cómo se destruye el empleo.

Y aunque el Estado los pueda proteger un tiempo, centenares o quizá miles de empresas están al borde del default o, más grave, al borde de la bancarrota económica y el fantasma del desempleo se convierte en una pavorosa realidad.

Las empresas de todo tipo, grandes, medianas o pequeñas, no pueden cubrir su gasto operativo, entonces no pueden mantener a sus empleados, tampoco pueden cubrir sus obligaciones con proveedores, ni pueden avanzar con proyectos de inversión. Variables todas estas generadoras de empleo, entonces la figura de la parálisis se manifiesta con dejar en la desocupación a su personal que en la sumatoria, se convierte en millones de desocupados y esta vez sin esperanza de una recuperación de sus puestos de trabajo en el corto plazo.

La pandemia del coronavirus en el lapso de 2 meses destruyó en EE.UU. 26’000.000 de empleos, 4’000.000 más que los 22’000.000 de empleos que se generaron en 10 años de trabajo y de crecimiento y hablamos de la primera potencia mundial. Es de suponer que el problema será más grave en los países pobres.

El mundo de alguna manera espera que en el corto plazo se pueda volver a la normalidad, pero el daño generado por el confinamiento no puede ser reparado en el corto plazo.

Entonces, el mundo necesita reinventar nuevas formas de trabajo y de realización personal, mientras tanto, la muerte, la desocupación, la inestabilidad política, serán manifestaciones que se van a dar hasta que se pueda restablecer el empleo, la remuneración y el bienestar social general. (O)

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