La comunicación y los propósitos compartidos
En el ámbito organizacional es común que los líderes hagan referencia a la misión, la visión y los valores, con el objetivo de “motivar” a sus trabajadores. Palabras como creatividad, innovación, sostenibilidad, liderazgo, diversidad, marcan la esencia de aquellos enunciados que, si bien están cargados de buenas intenciones, poco o nada dicen sobre la realidad de dichas instituciones. ¿El resultado? Funcionarios que no conectan con la visión estratégica y planes que nunca se llegan a cumplir.
Los conceptos de misión y visión caducaron, pasaron de moda, en la medida que no aportan con un verdadero sentido de pertenencia, menos aún con diferenciación o un propósito compartido. La mayoría de personas desconoce si su trabajo contribuye (en algo) al crecimiento de su organización. Nadie las toma en serio.
Precisamente, este contexto revela un problema y una solución: la ausencia y la necesidad de una estrategia de comunicación orientada a articular las expectativas de los individuos con los propósitos de las empresas. En una época de transformación digital, se enfatiza mucho en el aspecto tecnológico sin entender que los verdaderos cambios se logran a través del talento humano; es decir, gracias a una cultura que oriente el cambio, la interacción y la participación.
No es nada nuevo. Varios teóricos han subrayado en la importancia de integrar a todos los miembros de una entidad en la conformación de los objetivos. Sin embargo, estos puntos de encuentro van más allá de una simple reunión: conlleva un proceso (continuo) centrado en identificar las principales inquietudes, y con base en este análisis, crear proyectos conjuntos. Llegar a consensos no es fácil; sin embargo, preguntarse por los resultados que se lograrían si todos quienes son parte de una comunidad, se convencen y siguen el mismo camino, es un buen primer paso.
En la Escuela de Comunicación de la UIDE así lo hemos entendido, sobre todo, en medio de esta crisis. Por ello, desde el primer día de cuarentena, decidimos fomentar en todos los miembros de nuestra comunidad (estudiantes, autoridades y docentes), un sentido de solidaridad, trabajo conjunto y cooperación. Escuchamos sus miedos y perspectivas para entender, finalmente, que la educación trasciende las aulas y apunta a una verdadera experiencia de aprendizaje pensada para solventar los problemas que la vida plantea a nivel personal y profesional. (O)