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Ecuador, 23 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Punto de vista

¿Cómo gobierna la derecha en América Latina?

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Ante las próximas elecciones del domingo 19 de febrero en Ecuador, conviene revisar en el mapa político de la región en qué países gobiernan partidos y coaliciones de orientación conservadora, nacionalista o liberal, vulgarmente conocidos como de “derecha”. En este sentido, y a partir del análisis de tres casos puntuales, intentaremos determinar qué tan “exitosos” son los modelos impuestos y si podrían ser replicables en nuestro país a partir de su aplicación concreta por parte de candidatos como Guillermo Lasso y Cynthia Viteri.

El primer ejemplo que nos convoca es el de Brasil, cuya derecha encabezada por Michel Temer finalmente llegó al gobierno el 31 de agosto de 2016 luego de un injusto e ilegítimo proceso judicial contra la expresidenta Dilma Rousseff, del PT. En Brasil recientemente se aprobó la llamada “Reforma del Fin del Mundo”, por la cual se congela por veinte años un presupuesto decreciente en materia de salud, educación y seguridad social. Paralelamente, se aprobó un plan de flexibilización laboral por el cual aumentó a doce el máximo de horas laborales por día. Se espera también que se apruebe una ley de outsourcing por la que las empresas podrán contratar profesionales, de manera eventual y sin pagar beneficios sociales. Más allá de los enormes casos de corrupción que hoy envuelven al Brasil, y cuyas denuncias han hecho pie incluso en la misma presidencia del país, los datos macroeconómicos tampoco son alentadores: la producción industrial cayó casi 10% en los últimos meses, el consumo disminuyó 5% en el mismo lapso, y la desocupación se proyectó hasta casi 12% a fines del 2016, todo un récord en la historia del gigante sudamericano.  

Un modelo distinto, aunque con cada vez mayores puntos de contacto, es el Perú, desde el 28 de julio del año pasado bajo el gobierno democráticamente electo de Pedro Pablo Kuczynski. Principalmente gracias a su comercio con China, el gobierno peruano se presentó públicamente como un caso “exitoso”, avalado por un modelo de crecimiento del que, sin embargo, ya se empiezan a notar sus crecientes tensiones internas. Así, para este año, se prevé su desaceleración económica, la reducción en el empleo y un déficit fiscal creciente. Los principales problemas del modelo económico son su falta de arraigo en el medio rural, el crecimiento de la delincuencia y de la inseguridad y, sobre todo, los resonantes casos de corrupción que envuelven a la clase política peruana. Con poco más de seis meses de mandato, la desaprobación hacia el gobierno se elevó del 38% al 48%, en tanto que la aprobación hacia el presidente se mantiene en el 45%. Según la opinión de analistas y dirigentes de la oposición, el año 2017 se caracterizará por un recrudecimiento de los conflictos sociales: solo en el mes de noviembre de 2016 se registraron 213 conflictos (protestas, huelgas, cortes de carretera) a nivel nacional.  

Por último, debemos destacar el caso de Argentina, quizás el más conocido en toda la región, a partir del gobierno de Mauricio Macri, iniciado el 10 de diciembre de 2015. Ciertamente, es el ejemplo que evidencia los números menos alentadores: en 2016 el PIB y la actividad industrial cayeron casi 4%, en tanto que la inflación fue del 40%, lo que convirtió a este país en uno de los más caros de la región. Un tercio de la población es pobre y un tercio de los trabajadores vive en la informalidad. Y los servicios públicos, más allá de promesas de campaña de abaratamiento o incluso de gratuidad, registraron un aumento de más del 300%, si bien fue la electricidad la que tuvo el récord por un encarecimiento de más del 500% en poco más de un año de gobierno.  

Estos son algunos de los “logros” de la derecha gobernante en nuestra región. Ciertamente, la puesta en escena de un “neoliberalismo con rostro humano” no alcanza ni siquiera para maquillar los datos de un conjunto de economías en situación cada vez más crítica, y con una protesta social cada vez más notoria. Pero eso sí: cuyo presunto “éxito” se aleja a enorme velocidad de los esquemas “fracasados” y “anacrónicos” como el de la Revolución Ciudadana, de probado crecimiento económico y desarrollo social, y cuyos logros han sido incluso reconocidos por instancias internacionales como las Naciones Unidas. (O)

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