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Ecuador, 21 de Septiembre de 2024
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El Telégrafo
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Diferente al año 99

A medida que surgen nuevas estimaciones de crecimiento económico para el año 2020, el año del covid-19, resulta evidente que este será uno de los años de crisis más severas que haya tenido Ecuador en su historia reciente. Como era de esperarse, las comparaciones con la crisis de 1999 han sido inevitables.

Sin embargo, hay al menos dos elementos claros que marcan la diferencia con aquella crisis: la dolarización y la banca privada.

La dolarización es, sin duda, una camisa de fuerza poco flexible para enfrentar las crisis. Por eso, desde el primer año de dolarización, allá por el 2001, se crearon algunas reglas sencillas que debían cumplirse.

Por ejemplo, por el lado monetario, el Banco Central debía estar impedido de hacer emisiones de dinero, de prestar dinero al Estado, y se debía mantener una estricta transparencia del balance. Estas tres sencillas reglas se flexibilizaron desde la Constitución aprobada en 2008, y se destruyeron en 2014 con el Código Orgánico Monetario y Financiero.

Pero, a pesar del pésimo manejo económico, la dolarización sigue intacta.

En estos 20 años, hemos pasado por golpes de Estado, derrocamiento de presidentes, triunviratos, crisis globales como las de 2001 y 2008, paralizaciones totales de la economía, terremotos, recesiones económicas como las de 2009 y 2015; y, sin embargo, la dolarización sigue aquí. Golpeada, sí. Pero intacta.

Por otro lado, después de la crisis del 99, el sistema bancario tuvo progresos significativos que permitieron volver a ganar la confianza de los depositantes. Hubo una depuración, pasando de 40 bancos en 1999 a los 24 que existen en la actualidad.

En 1999, la banca estuvo en el centro de la crisis y la amplificó. El efecto para la economía fue devastador. Pero ahora, veinte años después, en la crisis del covid-19, la banca no es parte del problema, es parte de la solución.

Por eso, hay que preservar lo que hoy nos hace diferentes al año 1999. Ya existen voces que piden hacer emisiones inorgánicas o darle funciones al Banco Central que solo debilitarían la dolarización.

Al mismo tiempo, hay pedidos para que “dado que la banca está estable, sacrifique su rentabilidad y liquidez para apoyar a salir de esta crisis”.

Cualquiera de esas opciones nos regresa al escenario de 1999. Mientras más permitamos que se haga un manejo técnico y prudente de la dolarización y la banca, más lejos nos mantendremos de 1999. (O)

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