Cine comercial clamando la inclusión
Cada vez más el cine –sea este para salas o para streaming– invoca la inclusión. Una película que llama la atención en este contexto es El baile (2020) de Ryan Murphy, dirigida al público juvenil y también a las familias.
El baile alude a un hecho que puede parecer de lo más frívolo: el baile de final de colegio o escuela que corona algunos años de convivencia entre adolescentes. Los bailes de promoción siempre han sido tradicionales y el cine norteamericano ha sabido explotarlos planteando diversas temáticas. Pero en el caso de la película que comento hay una particularidad: el baile tan esperado termina por suspenderse por orden judicial porque un grupo de padres de familia no admiten que entre sus hijos e hijas existan personas LGBTI. Un grupo de actores de Broadway al principio aprovechan el hecho para querer relanzarse al mercado, pero luego se convierten en activistas para que la fiesta se realice, pese al rechazo de los habitantes conservadores de un pueblo de Indiana.
El baile es una abierta declaración para la inclusión de personas LGBTI en centros educativos y en la propia sociedad. Murphy, para lograrlo, usa la estética de películas y series juveniles –la más próxima es Glee (2009)–, sobre todo el musical, con rimbombantes movimientos coreográficos, un ágil manejo de cámara, una contrastada iluminación para resaltar colores y ambientes, hasta un montaje dinámico que confiere a la película un ritmo nada cansón. También aparecen actores de la talla de Meryl Streep y Nicole Kidman. En síntesis, están allá todos los recursos y actores más convencionales y afamados del espectáculo cinematográfico para incidir no solo en la mentalidad de familias, sino, sobre todo en los jóvenes para que se pronuncien respecto a cuestiones de género.
El argumento de la película no se queda en los problemas de exclusión social; trata de moralizar a la audiencia sobre asuntos tan cotidianos como el divorcio, la familia disfuncional, los estereotipos de clase social, el conservadurismo falaz e hipócrita, además de la religión que trata de no discutir y admitir abiertamente asuntos contemporáneos en tanto entre sus feligreses la diversidad no solo social sino de género existe. Por lo tanto, El baile, aunque sea convencional, hasta a ratos trivial, edulcorada, cumple con su propósito: trata de agujerear el sentido común, las costumbres, invocando a los jóvenes sean explícitamente activistas.