Traigan champagne, que viene la copa
La tarde que todos, absolutamente todos, los clubes profesionales de fútbol del continente sueñan, la disfrutó Independiente del Valle. El equipo revelación de Sudamérica en los últimos tres años ha logrado en poco tiempo en la elite del balompié codearse entre los grandes. Desde este 9 de noviembre los rivales también podrán -o deberán- llamarlo campeón.
Dentro y fuera del país, con el aliciente de ganarse el apelativo por conquistar un título internacional que es exclusividad de pocos, porque esta competición, la Copa Sudamericana es relativamente nueva, arrancó en 2002 con la consagración del San Lorenzo de Almagro dirigido por Rubén Darío Insúa, un amigo del ahora evolucionado fútbol ecuatoriano.
Independiente vivió una tarde mágica, de la mano del español Miguel Ángel Ramírez, abrazó la gloria y festejó, como ningún club nacional ha podido, en La Nueva Olla de Asunción, que acogió a miles de fanáticos del Colón de Santa Fe que llegaron ilusionados y hambrientos de triunfo y se retiraron tristes, pero agradecidos con la escuadra que dirige Pablo Lavayén. La fiesta organizada por la Conmebol más la Asociación Paraguaya de Fútbol y animada por los hinchas santafecinos terminó siendo la celebración de los representantes de Sangolquí, de Pichincha y del país, aunque muchos crean que los resultados de un equipo solo son de ese equipo.
El Independiente de Pinos, Landázuri, Schunke, León, Segovia, Franco, Pellerano, Sánchez, Preciado, Mera, Dájome, Piedra, Nieto, Govea, Cabeza, Torres y otros más se ha convertido en el segundo club ecuatoriano en obtener un título continental en una final inédita y con un formato de estreno. En un solo partido, en cancha neutral, logró el primer sitial, aquel con el que soñaba en la década de los 70 el fundador del club, José Terán. La idea que nació por el amor de un futbolero barrial por el exitoso Independiente de Avellaneda en esa época tomó forma 4 décadas después con dirigentes convencidos que manejando un club con organización y orden se podía lograr objetivos que parecían imposibles.
Es momento de sacarse las camisetas y aplaudir de pie a un club que vino desde abajo y ahora se metió entre los históricos. Preparen el champagne que hoy llega la copa. (I)