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Ecuador, 26 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Boa constrictor

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En el círculo político ecuatoriano nunca fue un secreto. Él y su familia nunca vieron a los comicios electorales como una vía para llegar al poder y servir. Ganar era lo segundo más importante. Lo primero fue siempre el negocio. Estar en la lid electoral les permitía estar en una posición privilegiada para recolectar recursos económicos, amasar su patrimonio y vivir holgadamente de 'la política'.

Su personalidad, la retórica y su capacidad histriónica envolvían -igual que una boa constrictor- a empresarios, banqueros, industriales y comerciantes. Así acumuló el suficiente poder para convertirse en una figura influyente y popular.

Enfrentaba, siempre por conveniencia, a los opositores de sus aliados coyunturales con acciones y discursos virulentos. Además, se jactaba de poder garantizar la gobernabilidad. Gracias a él, varios gobiernos y políticos nunca tuvieron que ensuciarse las manos. Para eso estaba él. Nadie quería tenerlo en su contra, ya sea por miedo o conveniencia.

Llegó a la Alcaldía de Guayaquil en 1984. El cargo le duró un año. Fue señalado por peculado y fugó a Panamá. Volvió solo cuando la justicia determinó un sobreseimiento provisional. Buscó la presidencia en 1988 y pasó a la segunda vuelta con Rodrigo Borja. Perdió la elección, pero ganó poder -nuevamente- gracias a las ‘contribuciones’ de campaña y su posición política.

En 1996 logró ser presidente de la República. El resultado: la Red Peñaranda; 17 diputados fueron destituidos por recibir dinero sucio del Gobierno a cambio de su apoyo en el Congreso. Los recursos salieron de contratos de venta de computadoras y libros a centros educativos, con sobreprecios. En el caso de la compra de mochilas escolares, la justicia determinó que hubo 14,5 millones de dólares en sobreprecio. La aduana se volvió una empresa particular al mando de uno de sus hijos y del dinero sacado del Banco Central en medio de su derrocamiento, ni hablar.

En su nuevo exilio en Panamá, el negocio familiar quedó en manos de su otro hijo, quien siguiendo la tradición logró mantener vivo al partido político y su vigencia con sus campañas electorales a la Asamblea Nacional y para la Presidencia. Con la prescripción de los juicios en su contra, él volvió al país y se puso nuevamente a la cabeza de la estructura.

Aunque actualmente enfrenta un proceso judicial por la venta ilegal de insumos médicos, logró que su candidatura a la Asamblea Nacional fuera aprobada y hace campaña con un grillete en el tobillo como todo un intocable.

Por si fuera poco, aunque las investigaciones oficiales por el crimen del comunicador Efraín Ruales aún están en ciernes, su nombre ronda en la cabeza de todos como el elefante en el cuarto que nadie puede ignorar ni nombrar.

 

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