Archivo y lenguaje
→Jean-Luc Godard vuelve al cine con una controvertida y problematizadora película con el título de El libro de las imágenes (2018). Es controvertida porque tiene cientos de fragmentos de otras películas con la intención de ser un filme de tesis que tal vez aleje a muchos y acerque a pocos. Es problematizadora porque Godard va más allá de mostrar lo que es el cine para hablarnos del archivo de la memoria, ese que tiene imágenes que luego se arreglan como signos o como símbolos-palabras.
El libro de las imágenes contiene cinco capítulos. Estos corresponden a los cinco dedos de la mano: instrumentos y máquina hipotética que organizan, distribuyen, recomponen, destinan, mezclan el archivo de las imágenes. Cuando se hace cine, lo que se tiene en sí es un archivo para cortar y disponer en otro orden: la hechura del cine, luego de la filmación, es manipulación en el sentido de dar forma. Godard nos lo demuestra: habla de cómo la mano organiza, de cómo esta se hace un lenguaje visual-sonoro. Su película en realidad es abstracción y fragmento; incluso interviene en el nivel de lo filmado, al distorsionar los colores, al ralentizar sus partes; y también en el nivel de lo montado, cuando logra una poética que se desliga de la palabra.
Pero lo más interesante del planteamiento de Godard en El libro de las imágenes es la cuestión del archivo. Con este, por lo común, aludimos a una especie de caja de cosas, de repertorio
–para nuestro caso– de imágenes y sonidos. Sin embargo, habría que ir a la noción original tal como nos sugiere Roberto Esposito en El origen de la política: arché, es decir, raíz, inicio, lo mismo que como principio que ata, poder y gobierno.
Godard entiende que el origen del cine son nuestras imágenes mentales que, como memoria de lo humano, vuelven y se plasman en esas imágenes del cine. Lo que hace la mano del montador es hacerlas dialogar con otras fijando un código propio. De ahí que en el cine no es de extrañar –y eso nos lo expone Godard– que las imágenes se repitan: es el efecto del remake. Si es que hubiera que pensar en el lenguaje de la imagen, similar al humano, habría que decir que es un archivo que nos gobierna, del cual no podemos escapar. El cine de Godard nos hace pensar que todo lenguaje, todo imaginario, es potencia creativa. (O)