Agua u oro, tú decides
La sed de oro de unos, secará de agua a todos. Un buen día mi centenario padre notó mi encanto por las lagunas de Kimsakocha (Azuay).
Se acercó y dijo: “La Pachamama puso a probar la inteligencia, ahí tienes al agua y debajo al oro, ¡tú decides!”.
La respuesta parece obvia, mas no siempre. Colón en su Diario del Descubrimiento, escribió 139 veces la palabra oro y apenas 51 veces Dios.
No hay dilema hoy, el agua vale tanto que no tiene precio.
Hace 2000 años, mientras Espartaco daba abierta batalla a la política esclavista romana, había la misma cantidad de agua dulce que hoy.
Sin embargo, su población de 200 millones creció a 7.200 millones. Para 2050 habrá una población de 10 mil millones, de ellos 7,7 mil millones sufrirán sed y hambre. La población crece sin cesar, la India, en estos minutos habría superado a la población de China que alcanza 1.500 millones de habitantes.
Una crisis de proporciones no antes vistas podría estar cerca y llevaría a la civilización industrial global subsumirse en un colapso planetario, debido a la explotación sin sentido e insostenible de las fuentes naturales.
Tenemos muy poca agua dulce en el planeta, apenas 0,77%. El 75% del agua dulce tiene Brasil, Rusia, Canadá, EE.UU. y China.
Paradójicamente, Sao Paulo con 22 millones de habitantes, en el verano de 2015, los reservorios de agua cayeron a mínimos históricos del 4% de su capacidad y California vivió una situación similar.
Según la ONU, el 20% de los acuíferos de la Tierra están sobreexplotados, literalmente estamos usurpando agua de nuestros hijos.
Hay motivos para la defensa del agua. Ni la cárcel amilanó a los defensores del agua activar la pedagogía de la resistencia durante la “década ganada”. Valió la pena, la justicia de Cuenca ante una acción constitucional interpuesta por la Coordinadora Andina de Organizaciones Indígenas (CAOI), Ecuarunari y los comuneros de Molleturo, tuvo el coraje de prohibir minería en Río Blanco.
Una sentencia histórica que genera jurisprudencia y abriga esperanza a la vida. Resistir es vivir. (O)