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Ecuador, 27 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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1930: Gardel y el tango envenenado

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La elección de Uruguay como sede del primer Mundial provocó varias protestas, por más que fuera el país campeón de las Olimpiadas de 1924 y 1928. Selecciones poderosas como Inglaterra, Alemania e Italia no participaron, pues no querían cruzar al otro lado del Atlántico. Otras no tuvieron opción: Jules Rimet, presidente de la FIFA y la Federación Francesa envió a su selección, y el equipo de Rumania fue seleccionado por el rey Carol II.

Deslucida la copa con la ausencia de las potencias europeas, los argentinos, que no dejaron de quejarse por las sedes hasta 1978, se burlaban de los uruguayos, que no terminaban el Centenario, la principal promesa del anfitrión. «Y ahora, ¿qué hacemos con el estadio?», decía un titular de un diario argentino. «Lo mismo de siempre, ganar a los argentinos», contestaron desde Montevideo.

Aunque todos parecían tener una opinión muy fuerte, había uno que se debatía: Carlos Gardel, cuya nacionalidad se la disputan uruguayos y argentinos.

Gardel decidió no ir a la final que disputarían ambas selecciones porque quería demasiado a las dos camisetas. En lugar de eso, el cantante visitó a los dos equipos en sus concentraciones antes de que empezara la Copa. Este gesto ya lo había tenido dos años antes, pero solo con los argentinos. Antes de la final de los Juegos Olímpicos de Ámsterdam, fue a cantarles algunos temas, entre esos, uno que estaba estrenando, “Dandy”. Ahí también advirtió que no estaría presente en la final, que los gauchos terminarían perdiendo por 2-1 ante Uruguay.

El 9 de julio de 1930, Gardel fue a cantarle al seleccionado de Uruguay. Al día siguiente, a los argentinos. Luego de esta visita, un periodista de Montevideo intentó que el tanguero se decantase preguntándole qué selección ganaría el torneo: “El fútbol es más difícil de acertar que las carreras, y ya sabemos que en el hipódromo no acierta nadie”, fue la respuesta de Gardel, quien solo se permitió agregar que “los rioplatenses serán los más difíciles de vencer”.

En Montevideo se cuenta la leyenda de que en esas visitas, Gardel prefirió no cantarles “Dandy” a los uruguayos, pero que sí se los repitió a los argentinos, quienes luego del tango envenenado, fueron a perder otra vez la final, esta vez por 4-2. (O) 

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