La campaña sucia busca primera plana, en la tercera semana de jornada. La ‘moda’ del día: cuentas ‘hackeadas’ de candidatos, donde se miran videos denigrantes de corte personal (caso reciente: contra Andrés Páez). Así subastan la honra de personas que nada tienen que ver con política, incluso se llega a la bajeza de mostrar fotografías de los hijos de un compañero de fórmula (Guillermo Lasso).

Los genios de estas jugadas sucias frotarán sus manos, y alcanzarán la gloria si lo suyo deriva en nota de portada de algún medio despistado: venden patraña por noticia.

Al ver de cerca lo que pasa con este tema, esos maquiavelitos anónimos revelan un machismo primario, manipulan y cometen delitos. Y no es que Páez sea un apóstol de la rectitud, pero al convertirse en ‘víctima digital’, otros actores políticos se obligan a solidarizarse con él.

Si el mensaje está lleno de odio, la reacción de los candidatos ‘hackeados’ es apenas tibia. ¿Por qué no se denuncia el hecho ante la Fiscalía? ¿Hay algo que ocultar?

Carece de validez el argumento de que el fiscal no hace nada, porque los mismos políticos recurrieron antes a esa instancia. Los ecuatorianos aspiran a una real campaña de ideas y propuestas, no de insultos. La defensa de esos valores le corresponde, en principio, a los candidatos.

Si la Fiscalía no recibe las denuncias, entonces que actúe de oficio. El objetivo último es determinar responsables, para sentar un precedente. Alguien debe fijar la línea roja, para que nadie se atreva a cruzarla. (O)