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El Telégrafo
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Elecciones 2017 || Asamblea

¿Por qué Alianza PAIS gana en todas las papeletas electorales?

¿Por qué Alianza PAIS gana en todas las papeletas electorales?
Foto: Karly Torres / EL TELÉGRAFO
21 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Política

Con los resultados -hasta ahora oficiales- hay una certeza: Alianza PAIS (AP) se consolida como la primera y más grande fuerza política de Ecuador. Con ello confirma la tendencia de hace 10 años. Pero a la vez sostiene una votación regular a nivel nacional que la ubica en la geografía como la estructura más sólida.

Las preguntas latentes son las que en las redes y en ciertos medios no se han respondido con sensatez: ¿Por qué el desgaste advertido o pronosticado no ha llegado a los niveles que podrían poner a AP como una minoría en la Asamblea? ¿Qué han hecho los líderes de este movimiento para que los ecuatorianos sigan apostando por la Revolución Ciudadana?

Por los datos oficiales, AP tendrá una mayoría en la Asamblea, gana ampliamente la consulta sobre paraísos fiscales, tiene a su candidato presidencial con una diferencia de más de un millón de votos de su inmediato seguidor y tiene un fuerte peso en Guayas, Manabí y Pichincha, donde dos candidatos de la derecha podían arrebatarle el primer lugar al movimiento de Rafael Correa.

Posiblemente, hoy por hoy se revela algo que ya se mencionó en estas páginas: la mediatización de la política, la exacerbación de las redes sociales y la complicidad política de los medios con la oposición han creado un imaginario que no se refleja en la realidad. Si fuese por lo que se dice en esos espacios, ¿AP no habría obtenido la mitad de lo que cuenta ahora? Incluso, en provincias como Carchi y El Oro, afectadas por la devaluación de la moneda de nuestros países fronterizos, gana AP cuando se pensaba que el resentimiento por esa situación le pasaría factura a Lenín Moreno, a la consulta popular y a los candidatos a asambleístas.

Y por otro lado, también cuenta el peso real que tuvo la campaña sucia de los hermanos Isaías, en alianza con los candidatos de CREO y los medios de comunicación que actuaron en plena coordinación. Si bien es cierto que influyó en electores, no significó ni alcanzó el objetivo propuesto. Por esa cascada de supuestas denuncias y por el nivel de agresividad, infamias, mentiras y distorsiones cualquier analista supondría que nadie debería votar por los personajes señalados infundadamente. Pero ni eso ocurrió.

Cuando ya se desglosen los datos por edades, regiones y condición social habrá una mejor fotografía del comportamiento electoral y quizá ahí se compruebe el sentido de nuestro proceso democrático.

La oposición ha perdido de nuevo, a pesar de la posibilidad de llegar a una segunda vuelta (cuando se escribe este análisis no se cierra oficialmente el cómputo presidencial). Y ha perdido porque trabajó en ‘contra de’, se opuso a todo y saturó el escenario con un solo discurso: la corrupción. Como si en sus entrañas hubiese pureza y moralidad absolutas.

La oposición no propuso debates, ofreció imposibles y en algunos casos hasta se sustentó en mentiras. Además, contó con la complicidad y generosidad de determinados medios que dieron todas las ventajas a quien ahora se ubica en segundo lugar en la elección presidencial, y con un bloque que no supera los 40 asambleístas. Es decir, la oposición política y mediática perdió. (O)

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