Hace una semana la corrupción era el tema estrella de la campaña. Petroecuador llenaba los discursos de los candidatos presidenciales; Jorge Glas estaba en la mira de todos. Guillermo Lasso llegó incluso a pedirle la renuncia.

Horas después, el caso Odebrecht dio un giro y apunta al que fuera la joven promesa de la vieja derecha: Mauricio Rodas. Como corolario, el diario más cercano al Partido Social Cristiano publicó una lista de los sobornados por la empresa brasileña. Para colmo de males, en la nómina aparece el patriarca de la derecha: Jaime Nebot.

Frente a eso, los candidatos presidenciales deben una explicación. Guillermo Lasso tiene que decirle a la ciudadanía dónde está Jacobo Sanmiguel, aspirante, en calidad de suplente a la Asamblea. Él es parte de su coalición y desde que estalló el escándalo se volvió hombre invisible.

¿Cómo un candidato, acusado de mover $ 30 millones, no da la cara? Si Lasso usa la misma vara con la que midió a Glas, Sanmiguel ya debió haber renunciado. Tampoco ha hablado Guillermo Celi, líder de la lista de asambleístas de la coalición SUMA-CREO. No ha explicado la situación de Sanmiguel, cuota de SUMA en dicha alianza.

El PSC también le debe respuestas al país. Cynthia Viteri ya había señalado que ella pone las manos en el fuego por Nebot. Si la candidata se pronunció en esos términos, ¿qué pasa con el liderazgo histórico de ese partido? ¿No deberían defender -si procede- el gobierno que ha sido su mayor referente? ¡Silencio... bendito silencio! (O)