Ya habrá tiempo para analizar el rol de la prensa comercial en las últimas elecciones. Ojalá las academias y los investigadores nos puedan dar una explicación de un comportamiento que viola todo los preceptos éticos.  

Mientras se dicen independientes, en la práctica militan con y para un candidato. Pruebas hay de sobra y sus directivos, periodistas y comentaristas, saben que han jugado o han apostado a un solo candidato.  

Eso explica por qué una agresión cobarde por parte del hermano de un candidato presidencial contra el tío del Vicepresidente de la República no trascendió como un escándalo, como sí hubiese sucedido si fuera al revés. Han callado quienes son los apóstoles de la moral y cuyos sets y páginas se auto constituyen en altar de la justicia.

‘Jacobito’ Bucaram es un personaje público, no era un empleado, guardaespaldas o escolta del candidato presidencial Dalo Bucaram. Y como han hecho con otros personajes, los medios (tan éticos y morales) debieron comportarse del mismo modo que lo hacen con otros personajes públicos.

El señor Guillermo Lasso no ha dicho palabra. Las organizaciones de defensa de los derechos humanos tampoco. Mucho menos los ‘activos’ tuiteros de la oposición que de todo hecho delictivo o violento hacen el bullicio más estruendoso.

Ahora ‘Jacobito’ se pasea impunemente. ¿No es motivo ni objeto de una investigación judicial, penal o una contravención? ¿Las redes sociales no lo condenan como hacen con otras personas, incluso siendo inocentes?

Hoy por hoy queda claro que la violencia sale de quienes no actúan democráticamente, de los poderes fácticos que determinan a quién juzgar mediáticamente, a quién condenar o linchar de todos los modos posibles. Y también esa violencia nace del silencio con el que actúan los medios comerciales.  
‘Jacobito’ ni siquiera pidió disculpas. Su hermano condenó el hecho pero no pasó de eso. Esa agresión cobarde, por la espalda, solo evidencia el modo de actuar de ciertos actores políticos y cómo la prensa comercial calla desde su moralidad. (O)