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El Telégrafo
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‘Castigo divino’ para Pallares y Carrión

Martín Pallares y Andrés Carrión (izq.)
Martín Pallares y Andrés Carrión (izq.)
10 de abril de 2017 - 00:00 - Redacción Política

Con el auspicio de la Alcaldía de Quito, Banco de Guayaquil y la cervecería Sabai, los primos Andrés Carrión y Martín Pallares hicieron la edición del ‘chuchaqui electoral’, en el programa de YouTube, ‘Castigo divino’, donde con los tragos ingeridos saltan ciertas verdades, convicciones y hasta cosas que en público y en sus medios, políticos y periodistas no las dicen o camuflan bien.

Entre los primos (más un Vivanco, por si los apellidos no dejasen de contar para graficar el espectáculo) lo que más pesó fue el ‘Yo’: yo me jugué, yo dije, yo hice, yo advertí, yo propuse, etc. Con esos egos, con los tragos encima, los primos debieron ser contratados por Guillermo Lasso. Tantas ideas y sugerencias, planes y proyectos tenían para él que, si les pagaba bien, además de dejar ser ‘chiros’, (como se autovictimizan) habrían ahorrado al país una segunda vuelta y su banquero sería ahora nuestro presidente.

Claro, con los tragos también afloran sus carencias intelectuales: basta oír el concepto de fraude en la voz de Pallares. Fraude para él es todo y nada al mismo tiempo. Califica de ‘pobres hombres’ a los matemáticos de la Politécnica y nunca redondea una idea profunda.

Y Carrión expresa su verdadera convicción política. Dijo que cuando supo que ya estaba el resultado oficial del CNE pensó: “Voy a darle una buena noticia a Guillermo Lasso”, y por confesión propia acotó, con una cara de cólico: “Es la peor noticia para todo el país...”.

No deja de ser sospechoso que su autocrítica sea: “Somos combatientes en el WhatsApp”, que con “dos tuits creemos que vamos a cambiar el país”. Y sus ‘críticas’ a la oposición y al mismo Lasso son tiernas: “Les faltó ser más malosos”, “A Lasso lo dejaron solo”. En cambio su ego es potente: “Yo me jugué” afirma Carrión, con lo cual está claro para quién trabajó en Platinum y Teleamazonas.

Casi al final de programa, con las caras coloradas y el pelo descompuesto, los primos hacen gala de su mejor pensamiento: todo está mal, el pueblo se equivocó y culpan de todo a ‘Cepillín’ (así llaman a la más alta autoridad electoral).

Los primos (más el entrevistador que pierde la vocalización por el nivel de alcohol en su lengua) solo revelan ese periodismo militante del que reniegan cuando valoran su moralidad política, su desprecio a la decisión de la mitad más uno de los ecuatorianos (que de paso Pallares los menciona siempre en tercera persona del plural) y, sobre todo, certifican haber sido parte del aparato político y mediático del binomio Lasso-Páez (nos quieren convencer de que el auspicio del Banco Guayaquil para sus programas es ingenuo, inocente y desinteresado). (O)

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