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El Telégrafo
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El balance de las votaciones del domingo. las primeras reflexiones apuntan a otra disputa social

¿Yasuní, COIP y Bonil incidieron en los comicios?

La bandera de Guayaquil flameó en los barrios con dificultades y falta de servicios en apoyo a la candidatura de Jaime Nebot. Foto: Pilar Vera
La bandera de Guayaquil flameó en los barrios con dificultades y falta de servicios en apoyo a la candidatura de Jaime Nebot. Foto: Pilar Vera
25 de febrero de 2014 - 00:00 - Redacción Política

En una primera revisión de los resultados electorales, tres analistas exponen los factores que habrían incidido en la decisión de los votantes, lo que constituyó el primer revés político de Alianza PAIS tras nueve victorias consecutivas desde que Rafael Correa asumió la Presidencia en enero de 2007.

Para los expertos, las demandas sociales ya no son motivo de disputa, así como tampoco las etiquetas partidistas (izquierda o derecha), dado que la ciudadanía ahora busca un diálogo con sus representantes. Al parecer, esa habría sido la principal limitación del partido de Gobierno, que sin dejar de ser mayoría en el Ecuador, perdió presencia en las urbes más representativas.

La dinámica de lo local
La confrontación entre el Gobierno y varios actores sociales habría incidido en los resultados del domingo, según el analista Santiago Ortiz. Cita episodios como la detención de los estudiantes del Colegio Central Técnico, el enfrentamiento verbal con el cantautor Jaime Guevara, el pedido de rectificación al caricaturista Xavier Bonilla ‘Bonil’, la defensa de la minería a gran escala y la luz verde para la explotación del Yasuní; la renuncia simbólica de los médicos en rechazo al Código Penal y el malestar de quienes apoyan la despenalización del aborto.

Pese a ganar la Presidencia de la República en una sola vuelta y a obtener mayoría absoluta en la Asamblea Nacional, la inconformidad de la ciudadanía creció como una bola de nieve que la derecha supo aprovechar en ‘defensa de la libertad de expresión’, sostiene el catedrático de Flacso.

Con él coincide el experto en planificación y economía urbana Paco Salazar, quien anota que los resultados del domingo, más allá de pasarle factura al presidente Rafael Correa, demuestran que esos incidentes generaron un escenario de tensión innecesaria que empujó el voto hacia una persona y no a favor de una propuesta ideológica.

Otro factor que jugó en contra -aseguran- fue la estrategia de campaña deficitaria que se aplicó en Quito y delegada a un dirigente barrial, frente a una maquinaria compuesta por encuestadoras, medios de comunicación y asesores extranjeros que apoyaron al candidato opositor. Es decir, la derecha del país unida detrás de Mauricio Rodas.

A ello se habría sumado también la molestia que significó para ciertos sectores la transformación, en los últimos siete años, de un Estado ausente a uno que interviene y controla. “La derecha aprovechó el rechazo que generó el pago de multas, patentes municipales e impuestos. Parecería que la gente no quiere un Estado racionalizado, moderno, y que se resiste a eso”.

También afectó -según Ortiz- que el Gobierno no hiciera distinción entre una administración central y la local, por lo que no funcionó la estrategia del endoso de votos como ocurrió en las elecciones parlamentarias. Cree que el esquema organizacional se inclina más hacia el centralismo -incluso en la concepción del Código de Organización Territorial-, lo que erosionó las capacidades de los gobiernos locales, un hecho que de no corregirse a tiempo les impediría remontar los resultados alcanzados el domingo.


En el debate sobre el rol de los gobiernos locales, también surge el discurso de la autonomía, un tema que ya suena en las ciudades. Por ello, el analista Jaime Izurieta cree que la propuesta debe ser volver hacia la gente con la recuperación del espacio público, fortalecer la inclusión social y la democratización de las ciudades. Es decir, “había mucho trabajo, mucha obra, pero existe un efecto de cápsula, en la cual los espacios cerrados y el diseño no contemplaban una integración e interacción profunda con la ciudad”.

En ese proceso, ya no se interesa por el signo ideológico de la administración urbana, sino por su vinculación con la ciudadanía: cuánto generan, motivan y fomentan la construcción colectiva de la ciudad. “En el momento que eliminamos las etiquetas de izquierda y de derecha y hablamos de construcción de ciudadanía, de construcción colectiva e individual de ciudadanía, creo que por allí está la manera en que las ciudades están creciendo”, anota.

¿El partido se desintonizó?
Alianza PAIS continúa siendo la primera fuerza política en el Ecuador, pero los analistas consideran que sus dirigentes deben reflexionar sobre la estabilidad de la organización política y determinar si hubo apenas una etapa reformista que ayudó a solucionar algunos problemas de infraestructura o si en realidad modificaron el escenario político para dar solución a los problemas cotidianos. “¿Cómo queremos que se entienda la macropolítica nacional si desde la vereda no se logra participar en las políticas públicas que van a cambiar mi forma de vida?, creo que esa fue la gran factura de este proceso”, dice Salazar.

Si bien se destaca el crecimiento y desarrollo de Alianza PAIS durante los últimos siete años que permitieron la construcción de liderazgos locales, para Ortiz el gran error fue desconocer esas dinámicas a la hora de definir las listas de candidatos e imponer alianzas, y cita los ejemplos de Carchi y Manabí. “Y si a ello se suma el acompañamiento que hizo el presidente Correa a los candidatos, se debilitó aún más la imagen del líder local, lo que se evidenció principalmente en Quito”, reflexiona.

“Si no hay una democratización del Estado y del partido, creo que Alianza PAIS puede entrar en un proceso de declive más pronunciado”, advierte el analista, tras anotar que los últimos comicios seccionales dan paso a un nuevo ciclo político que terminó con los siete años de victorias continuas; ahora la derecha está a la ofensiva con un apoyo internacional muy grande y partidos como Pachakutik podrían desaparecer, lo que avizora una situación de inestabilidad para las próximas elecciones presidenciales.

Izurieta también cree que al electorado de algunas localidades le resultaron más interesantes los caudillos o las caras conocidas y no los procesos y movimientos. En el caso de Quito, también considera que el triunfo es de una persona y no de una propuesta ideológica ni de un partido. De ahí que Alianza PAIS tendría que evaluar si cuenta con un défict en la construcción de procesos.

Frente a lo dicho por el mandatario Rafael Correa de que se debió dejar de lado el sectarismo, Salazar indicó que eso solo evidencia el reconocimiento de que existe una ciudadanía organizada en otros espacios, que al final ha terminado siendo excluida del proceso impulsado por PAIS.

Por ello, destacó que tras siete años de revolución ciudadana ya debía existir un partido organizado, democrático, con discusiones internas para la selección de candidatos en las primarias que alguna vez trataron de hacer, pero que nunca más volvieron a topar el tema. “Lo que el Presidente entiende como sectarismo, yo creo que hay que entenderlo como el no haber logrado hacer partido, dialogar con partidos, construir un escenario político desde la ideología y los partidos y no desde las personas”, agregó.

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