El alcalde de Quito y candidato a la reelección por Alianza Pais, Augusto Barrera, habla del aspecto cultural como un elemento fundamental en la construcción de una urbe inclusiva y democrática
“El desafío en Quito es consolidar el progresismo” (VIDEO)
La candidatura de Mauricio Rodas sorpresivamente creció y se posicionó como una alternativa política en la capital, ¿a qué obedece este supuesto fenómeno desde su perspectiva de alcalde y alto dirigente de PAIS?
En esta elección, Quito sufrió la campaña más sucia que se recuerde en la capital y, probablemente en Ecuador. Y digo que Quito la sufrió porque no fue solo una campaña contra el Alcalde, sino contra toda la ciudad. Nos han bombardeado por los medios, las llamadas anónimas, en las calles, en todos lados, con la idea de que nuestra ciudad es un desastre, que los quiteños no tenemos derecho a estar orgullosos de lo que es nuestro. Y esa campaña sucia, contra el alma quiteña, no tuvo límite alguno, ni con los costos ni con la verdad: ayer me contaban varios vecinos que recibieron llamadas telefónicas de personas que se identificaban como funcionarios municipales, diciéndoles que debían ir al Municipio a pagar deudas por 200 dólares. Los vecinos fueron al municipio, preocupados, y se encontraron con que no había deuda y que nunca el Municipio hizo esa llamada. Ese es el rival: miente, gasta, y no le importa ensuciar la vida de los quiteños. Con esa fuerza de mentiras y dinero es que han logrado subir en algunas encuestas, pero cada día se encuentran con más personas que les dan la espalda, con quiteños orgullosos y honestos. Nosotros, el equipo de la Revolución Ciudadana, no estamos dispuestos a jugar con las mismas reglas inmorales con que juega esta nueva versión de la partidocracia, pero los vamos a derrotar con la fuerza de las ideas, con orgullo quiteño y con honestidad.
¿Algún aprendizaje de esto?
El mayor aprendizaje es que hay que atreverse a tomar decisiones. Si la ciudad no se atrevía a terminar el aeropuerto, simplemente hoy no tendríamos aeropuerto; si no nos atrevíamos a consolidar la red vial, no la tendríamos; si no enfrentábamos la regularización de barrios, no tendríamos ese proceso.
¿Detrás de la candidatura de Suma está el poder económico de Quito, inmobiliario, financiero y mediático? ¿Qué ganarían con una eventual derrota suya?
Es tan simple como comparar el espacio mediático que ha tenido SUMA frente al recibido por los otros candidatos de oposición. Los abanderados del PSP, del PRE, del Prian y Pachakutik fueron ignorados para centrar toda la atención en el candidato de los sectores más ricos de la ciudad. Y es que ellos saben muy bien lo que están jugando, pues su objetivo no es la derrota de Augusto Barrera, ellos quieren ganar la Alcaldía para desde allí dificultar el proceso de la Revolución Ciudadana e intentar terminar con el Gobierno de Rafael Correa lo antes posible.
¿Derrotar a Mauricio Rodas es derrotar al candidato de la derecha a la Presidencia de 2017?
Sí. Hay unidad absoluta de la derecha en relación a refrescar sus cuadros. Para el campo progresista es sumamente importante una derrota política a este intento de recuperación de una derecha que se camufla, que es capaz de pactar con quien sea. La muestra está ahí, es difícil que hable de ética cuando no puede lavar sus cosas con toda claridad y no puede transparentar sus cuentas. En lugar de plantear un modelo de ciudad ha sido la campaña del “van a triplicar los impuestos”. El enfoque de esa campaña ha sido apelar a lo peor de la sociedad, no a lo mejor de ella.
¿Qué significa que candidatos como Castillo, a última hora, apoyen a Rodas y cómo valora la respuesta de Humberto Cholango?
Castillo evidencia que hay quienes quieren usar a Quito como un arma, como un instrumento más en sus planes de torcer la voluntad democrática del pueblo que respalda a esta Revolución Ciudadana. En cambio, la respuesta de Humberto Cholango es muy clara respecto de lo que está en juego en esta elección: por nuestro lado, el equipo de la Revolución Ciudadana trabaja por una ciudad de derechos; por el lado de ellos está la búsqueda de una ciudad de derecha, excluyente y puesta al servicio de los planes desestabilizadores de los mismos que ayer y siempre quieren volver al pasado nefasto, volver a ese país de los privilegios para unos pocos.
Entonces, ¿la derecha en Quito está derrotada?
No, de ninguna manera. Y creo que es vital hacer un esfuerzo permanente de reinvención de la Revolución.
¿Qué hace falta para enterrar a la derecha o es necesario convivir con ella?
Es lógico y legítimo que exista un punto de vista de derecha en la ciudad, pero esta es una ciudad mayoritariamente progresista donde jamás caló el social-cristianismo o un pensamiento de derecha. Para Alianza PAIS el gran desafío en Quito es consolidar lo que tenemos, pero fundamentalmente -y lo estamos haciendo- es recuperar la ilusión y la articulación con todo el mundo del progresismo.
¿Por qué la otra izquierda, como Pachakutik o Ruptura, no está apoyando la candidatura de Augusto Barrera?
He tenido expresiones de apoyo que valoro extraordinarias. Norman Wray apoya esta candidatura, un valor ético que habla muy bien de ese sector. Enrique Ayala, Diana Atamaint, Raúl Pérez Torres, Dolores Padilla, Juan Martínez, han hecho lo propio. He visto en eso una muestra de madurez extraordinaria que me compromete a hacer de esta segunda gestión, evidentemente en el marco de la Revolución Ciudadana, el espacio para reconstituir un gran campo progresista en Quito.
¿Cómo evalúa la respuesta del movimiento popular, cultural e intelectual a favor de su candidatura, cuando destacan que la derecha no puede gobernar en esta ciudad?
Es muy emocionante ver cómo tantos quiteños van entendiendo lo que nos jugamos este domingo. Pocas veces es tan claro el enfrentamiento entre 2 proyectos tan distintos. Unos pelucones nostálgicos de sus privilegios perdidos versus una ciudadanía que ve y siente que Quito y todo el país se están transformando en tierras de igualdad y progreso para todos. Por citar solo un ejemplo de esta contradicción tan fuerte que se le presenta a los quiteños, pensemos el proyecto de ellos en el ámbito de la seguridad, que no es otro que privatizarla para hacer esos negociados en los que ni siquiera pagan impuestos; mientras nosotros, el Presidente, el Prefecto, este Alcalde, que sin hacer un trabajo perfecto, desde luego, estamos trabajando en equipo para hacer realidad el Quito del futuro, la capital más bella, pero también una ciudad donde se viva la igualdad, donde ricos y pobres tienen derechos para trabajar y disfrutar, donde la seguridad y la calidad de vida son responsabilidades públicas, colectivas, y no se rematan al mejor postor. Eso es lo que cada día entienden más quiteños y quiteñas, y por eso emociona tanto ese respaldo de artistas, pobladores, intelectuales y trabajadores de la cultura que dicen presente en este momento histórico. Para ellos, toda mi gratitud e invitarlos a seguir ganando esta batalla de trascendencia histórica en cada uno de los días que nos quedan.
¿Cuál es el ideal movilizador de Quito para los próximos 4 años?
Ese Quito que se atreve a ser una ciudad cosmopolita, moderna y solidaria a la vez. Estamos en pleno proceso de transición de una ciudad de los años setenta, que era supuestamente pequeña, franciscana y municipal, a una metrópoli. Hay una transición demográfica: es una ciudad cada vez más de jóvenes, por eso el énfasis en el empleo, en todos los temas vinculados a la recreación y cultura. Ya no es esa ciudad chiquita, por eso la necesidad de este salto a una nueva conectividad distrital. Cuando comenzamos teníamos el Trole y una mala Ecovía; hoy tenemos el Corredor Suroriental, el Suroccidental, la Ecovía, el Trole y el Corredor Central-Norte. A pesar de eso, es obvio que hay que dar un salto en el transporte público.
El otro factor clave de esa transición es cultural. Esta lucha política tiene un altísimo trasfondo cultural: volvemos a un modelo Social Cristiano o apostamos por una ciudad de diversidades, de tolerancia, progresista. Esta ha sido una ciudad de movimientos sociales, de pensamiento crítico y la manera de entender eso es con una potente cultura cívica. La pelea por el bulevar, por el ciclista, por el espacio público, por el espacio verde, por el peatón, es parte de la lucha para este tipo de ciudad.
Hay un sistema productivo en Quito que posiblemente no se ha explotado suficientemente o no están dadas las condiciones para explotarlo mejor.
Esta es una ciudad que durante los últimos años -particularmente durante los últimos 6 años- ha tenido un crecimiento económico sumamente importante. Cuantificando, ¿cuánto es eso?
En este momento tenemos un PIB per cápita cercano a $ 6.500 por habitante, cuando la media nacional es algo más de $ 4.500, es decir, casi $ 2.000 superior a la media nacional. Eso revela el dinamismo económico que tenemos. En la ciudad contamos con aproximadamente 100 mil empresas y aquí se transa casi la mitad del conjunto de bienes y servicios de toda la riqueza nacional. Hemos crecido en desarrollo inmobiliario en casi 9 mil viviendas cada año. Durante los últimos años hemos crecido casi el 9% en el sector turístico. Incluso, algunos de los problemas se derivan del éxito económico. Si tenemos 40 mil carros no es porque la ciudad está en ruinas, es porque hay un enorme dinamismo económico y la gente consume.
Pero eso también puede causar problema si privilegia los malls frente a la tienda del barrio.
Exactamente. El factor más importante es la consolidación de nuestra plataforma aeroportuaria. Además de hacer el aeropuerto y renegociar, conseguimos 200 hectáreas para la zona económica especial. Al lado de la pista tenemos 200 hectáreas donde podríamos desarrollar lo más avanzado de la industria, la logística, el software, etc., para generar un emporio prácticamente de riqueza. Ahora tenemos el Centro de Consolidación de Carga, una red de 4 parques industriales junto a esta zona.
Estamos pensando fuertemente en el emprendimiento, sobre todo del joven. Hemos lanzado ya el programa ‘Pro Quito’, que es un fondo de crédito y garantía para el emprendedor. El otro modelo son las microfranquicias como el caso más lindo que tenemos: Coco y Sabor. La hemos estructurado como una franquicia, con marca y RUC, en la que están trabajando 60 personas en diferentes puntos de la ciudad y están formando 40 más. Estamos pensando franquicias para artesanías, fritada, comidas típicas, etc. Es decir, una estructura que genere empleo.
No tenemos nada en contra de la inversión grande, pero evidentemente la economía tiene que democratizarse y las franjas de profesionales pequeños y medianos no deben ser pensadas como una cosa marginal.
¿Cuál es el concepto de inclusión que tiene el Municipio?
La inclusión tiene algunos componentes. Uno es el físico, el arquitectónico, el urbanístico. Para nosotros lo que estructura una ciudad es el espacio público. Toda esa pelea por plazas, bulevares, parques, etc. es el concepto de recuperar el espacio público. Lo que estamos haciendo ahora como el parque Qmandá y los bulevares son pensados en personas con discapacidad, en la gente que camina. En términos de seguridad vial, por ejemplo, está el cambio de semáforos -hoy todos tienen cronómetros regresivos para el peatón-, los accesos a barrios, el haber privilegiado las paradas del bus y remodelarlas, etc.
Otro componente de inclusión es la cohesión social. Hay un problema de disolución en las estructuras de cohesión social. Cuando eso deriva en violencia, violencia intrafamiliar, pandillas o consumo de alcohol, rápidamente terminas en la visión represora del proceso, pero si vas al origen hay un problema de cohesión social. Todo lo que hacemos con los Centros de Desarrollo Comunitario, colectivos culturales, ampliación de los espacios, erradicación del trabajo infantil, es una apuesta por la paz de la ciudad.
Tradicionalmente el alcalde era la autoridad que solo inaugura obras de infraestructura, pero aquí se habla de un plan integral para el ciudadano.
Pero eso no es “en lugar de”, es “además de”. Porque hemos hecho 1.500 km. de repavimentación, eso es más -tal vez- que en las 2 o 3 últimas alcaldías juntas. Esta dimensión más urbanística, técnica, física es muy importante porque la gente no le hace caso a un Alcalde que no es capaz de recoger la basura. Hay que pensar que la ciudad es esencialmente las personas. De ahí, por ejemplo, el programa ‘60 y Piquito’.
Un sector de la izquierda cuestiona que en plena Revolución Ciudadana, en Quito, los propietarios de Supermaxi o Mi Comisariato son monopolios que han sometido a grupos económicos emergentes, sin que el Estado ni el Municipio logren romper esa hegemonía económica.
En general el modelo económico que propone el país es fortalecer, en general, la producción nacional. Los empresarios que tienen una base productiva nacional no están en conflicto con el modelo económico. Lo importante para nosotros es la generación de empleo de buena calidad.
También se discute si Quito podría ser un referente para el Gobierno central en temas como la legalización de la marihuana, el aborto y el matrimonio gay. ¿Es posible ahondar en eso para que la ciudad sea dinamizadora de esos derechos que no están en la palestra pública nacional?
Hemos sido prolijos. No voy a jugar a meterme en competencias que no son mías porque no es adecuado. He asegurado irrestrictamente que la ciudad sea un escenario democrático y pacífico para eso. Cada marcha, sea de quien sea, debe hacerse en la más absoluta paz y tolerancia. Ventajosamente tengo una buena relación con casi todo el movimiento social de Quito y podemos acordar condiciones y reglas para ese desarrollo. Como Alcalde represento a todos los quiteños y no voy a convertir a la ciudad en la trinchera de mis puntos de vista en el debate interno.
Dentro de esa planificación, ¿qué rol juegan las parroquias rurales?
Hemos provisto casi del 70% de agua potable y alcantarillado en las zonas rurales. Esta división de lo urbano-rural pierde fuerza en la discusión social contemporánea. Antes la zona rural era la zona sin servicio, ahora eso no tiene ningún sentido. Es impensable que un quiteño viva sin agua, sin luz, sin energía eléctrica, sin servicios. Ahí el tema es resolver los problemas de tenencia de tierra y hemos trabajado muy fuerte en eso. Buena parte de barrios y comunidades regularizados están en zonas rurales. Además hemos recuperado sus propias centralidades, si vas a cualquier centro de cabecera parroquial encuentras una textura urbana, plazas, patrimonios, edificios, etc. Ahora Conocoto y El Tingo son un eje turístico, y hemos incorporado como área de patrimonio intangible natural a casi 17 mil hectáreas de la zona del Pachijal, en el noroccidente. La ruta Viva resuelve la conectividad de Cumbayá, Tumbaco, Puembo, etc.
Y manteniendo esta tradición de ruralidad hay que pensar en Quito ya no como ciudad más campo, sino como región metropolitana que tiene nodos urbanos y rurales conectados entre sí.
A un Alcalde con esa visión y experticia, que conoce la ciudad, ¿le hace falta que le acompañe el Presidente de la República en los peregrinajes electorales?
Eso es parte de la naturaleza del proyecto político que construimos. Eso muestra que somos un equipo. La oposición se rasga las vestiduras planteando la necesidad de construir un sistema de partidos y las últimas elecciones son la demostración más fehaciente de que lo único que existe en la oposición es un conjunto de vanidades personales.
¿En la próxima alcaldía es posible generar procesos de discusión en una ciudad altamente politizada?
Eso lo hemos hecho. Quizás no logramos colocar adecuadamente ese debate en términos de opinión publicada. Con muchas de estas personas hemos discutido y lo seguiremos haciendo.
Tras ese balance, ¿cree que hubo errores durante estos 4 años de trabajo que deben corregirse?
Claro. Un error de buena fe, pero error al fin, fue haber perdido 7 meses en la vía Gualo-Puembo, cuando debí suspenderlo desde el primer día que llegué. Fue un error no haber logrado comunicar adecuadamente algunas de las cosas que hemos hecho, fue un problema de orden comunicacional. No hemos avanzado lo suficiente en los temas de tramitología municipal. Debimos asumir con otras reglas de juego el Registro de la Propiedad, esa fue una pelea de burro amarrado. Fue un error asumir en esas condiciones, o sea, que me impongan empleados, me quiten la plata y que yo reciba 8.000 libros que solamente un señor sabía cómo funcionaban después de 40 años de que alguien se enriqueció. Fue un error no haber llegado finalmente con un municipio facilitador al pequeño negocio, por eso ahora ponemos mucho énfasis en ese programa, porque la gente en esta ciudad no es truhán, no es mala fe.