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Pueblos aislados viven el “cerco” de la modernidad

Pueblos aislados viven  el “cerco”  de la modernidad
18 de marzo de 2013 - 00:00

De las últimas muertes de dos waoranis ocurridas el 5 de marzo pasado en la Amazonía se desprendería  todo un mensaje por parte de los pueblos en aislamiento voluntario, dirigido a los invasores criollos y extranjeros, según coinciden en decir expertos en el tema. Autoridades ecuatorianas descartan que la solución sea militarizar la zona o aplicar la ley, que para ellos es ignorada y no responde a su realidad. 

El mensaje tras este incidente, sumado  a los  elementos que ahora usan en sus lanzas, sería el  exigir respeto a los  territorios y  pueblos en aislamiento voluntario, cuyo atropello  viene desde hace más de  cuatro décadas,  con el inicio de la explotación petrolera. Los tagaeri y taromenane son los dos pueblos aborígenes no contactados de la Amazonía ecuatoriana que se sienten afectados por esta y otras actividades extractivistas.

No existen datos exactos respecto al número de habitantes que forman cada uno de esos pueblos, pero se los identifica por ser guerreros y defender sus territorios frente a la explotación petrolera, minera y el tráfico de madera y animales.

Según ecologistas y expertos, los tagaeri y taromenane, además,  tienen entre sus principales amenazas a otras etnias indígenas como los waoranis y kichwas, así como  las incursiones en sus territorios de colonos,  turistas nacionales y extranjeros.  

Miguel Ángel Cabodevilla, un misionero español que ha investigado desde hace 27 años a los pueblos no contactados en la Amazonía ecuatoriana, le dijo a la agencia  EFE que con las muertes ocurridas con lanzas cada cierto tiempo en la Amazonía, estas etnias “quieren probar algo, este es su lenguaje y su forma de decir que están hartos de las amenazas de la llamada modernidad”.

“Establecer relación con los tagaeri o los taromenane no es fácil, aunque algunos indígenas se han topado con ellos en el monte y han cazado y conversado de una forma más o menos hostil”, manifestó.

Indígenas conocedores de la selva dicen que los no contactados tienen su propias leyes: la caza y la guerra, el amor y respeto por la naturaleza, pactos puntuales  entre clanes e, incluso, el supuesto robo de mujeres para la continuidad del grupo.

“Mi abuelo se crió con ellos porque a los 8 años de edad le mataron al papá. Luego de un buen tiempo   regresó y sabía el idioma y todo”, explicó el año pasado a la prensa el kichwa amazónico Silverio Yumbo, guía turístico del Yasuní.

Milagros Aguirre,  periodista y   quien se desempeña como directora de “Fundación Alejandro Labaka” en la Amazonía, considera que en el ataque y muerte a los  waoranis Ompure y su esposa Buganey (5 de marzo),  hay aspectos que indican que los presuntos causantes fueron tagaeri: el tipo de lanza (grandes y gruesas).

Sin embargo, algo que le genera curiosidad es que tales lanzas ahora llevan  ciertos “códigos”: tienen impregnadas objetos como plásticos, pañales desechables y aparentes recipientes de galletas introducidas por los invasores externos.

“Este tipo de cosas también dicen de eso que les rodea a ellos, ya que por sus ríos baja basura de los vecinos. Es decir, en las lanzas se refleja una relación con Occidente, porque hay fundas plásticas, pañales, saquillos de arroz que usan para alimentar a los empleados de las petroleras. Es decir, también hay una curiosidad muy grande sobre estas cosas que no son de ellos, lo cual también les motiva, de alguna manera, a usar en sus lanzas (objetos) y mostrar su malestar”, explicó.

La comunicadora agrega que las lanzas usadas para matar a Ompure y Buganey son similares a las empleadas en las muertes ocurridas en 2009, lo que deberá ser analizado por expertos, pues “las lanzas son todo un lenguaje y toda una escritura y podrían decir algo más de estos pueblos”.

La especialista afirma que lo que está sucediendo es que este grupo (de pueblos en aislamiento voluntario), prácticamente está en una “burbuja”, rodeado de todos los malestares posibles:  les sobrevuelan en helicópteros o escuchan ruidos extraños de motosierras.

Aguirre, al igual que otros expertos, coinciden en decir que en este tema -aunque los pueblos aislados no sepan de las normativas- se debería buscar la aplicación de las leyes en su favor, empezando por la Constitución, ya que “tenemos un avance enorme en legislación, pero no tenemos reglamentos y maneras de aplicar esas leyes”.

El segundo inciso del numeral 21 del artículo 57 de la Constitución señala: “Los territorios de los pueblos en aislamiento voluntario son la posesión ancestral irreductible e intangible, y en ellos estará vedada todo tipo de actividad extractiva.

El Estado adoptará medidas para garantizar sus vidas, hacer respetar su autodeterminación y voluntad de permanecer en aislamiento, y precautelar la observancia de sus derechos. La violación de estos derechos constituirá delito de etnocidio, tipificado por la ley”.

El delito de etnocidio está tipificado y sancionado en el Código Penal ecuatoriano, el cual establece una condena máxima de 25 años de prisión.

El Estado ecuatoriano garantiza  los derechos de los pueblos indígenas, especialmente el derecho a mantener, desarrollar y fortalecer su identidad y sus tradiciones; a no ser desplazados de sus tierras, sus ecosistemas, conocimientos y prácticas de medicina tradicional, y  proteger  los lugares rituales y sagrados, plantas, animales y minerales.

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