Un proyecto de ciudad
Una ciudad, del tamaño que sea, requiere tener claro y definido un proyecto que la guíe y permita aunar los esfuerzos de la ciudadanía en aras de construir un espacio físico agradable y armonioso con el medio.
Para ello hay que conocer y entender los intereses de los ciudadanos y tratar de recogerlos en dicho proyecto, si se quiere obtener resultados. Solo la suma de los vecinos puede ser una garantía del carácter de vida colectiva que se supone que debe tener una ciudad.
Las grandes estrategias a seguir para administrar una ciudad con el apoyo ciudadano pasa, en primer lugar, por la transparencia en la toma de decisiones urbanísticas, ya que estas reúnen todos los aspectos que directa o indirectamente afectan en la vida colectiva y el medio físico. Y, en segundo lugar, pasa por crear consciencia de lo que es la vida urbana y la huella que la urbanización, en general, produce en el medio ambiente.
La primera no es difícil de alcanzar, aunque depende de entender la política como un acto de servicio ciudadano. Pero la segunda sí lo es ya que choca con la manera en que cada uno hace uso de la ciudad y su medio ambiente. O cree que puede hacer de ellos.
Desde mi perspectiva, hay que trabajar mucho en crear consciencia de la fragilidad del medio y de que todo está interrelacionado. Por ejemplo, del desarrollo que ha seguido Guayaquil, se puede inferir que no se tiene consciencia en que:
La dispersión urbana es onerosa para la ciudad pues es causa de una serie de problemas: sobre-extensión de los servicios públicos, largos desplazamientos, congestión vehicular, contaminación, irascibilidad, etc.
La tala de cerros y manglares ha trastocado la climatología y diezmado la fauna local; la ocupación de riberas de ríos y esteros ha deteriorado el medio ambiente y el paisaje; el impacto en el territorio y la huella ecológica generada es enorme.
Cuando una amplia mayoría de la población sea consciente de la magnitud del deterioro que se ha ocasionado al medio ambiente y a la misma vida urbana, puede que seamos capaces de sumar fuerzas para realizar cualquier acción orientada a revertir la destrucción que hemos ocasionado.
No existe un modelo de ciudad ideal. Pero no se puede negar que aquella que se adecúa a su entorno natural es la que ofrece mejores condiciones de bienestar a sus vecinos. Por poner un ejemplo: Guayaquil posee vistas a ríos y esteros que desearía cualquier ciudad. ¿No resulta un sinsentido crecer dando la espalda al maravilloso paisaje que nos ofrece el territorio?
No cabe duda de que el urbanismo es una asignatura pendiente en Guayaquil.
*Urbanista