El fin de semana pasado Suiza se coronó campeón de la Copa Davis por primera vez en su historia y lo consiguió venciendo a Francia en su propia casa, en la ciudad de Lille.  

Los franceses escogieron jugar sobre cancha de arcilla en el Estadio Pierre Mauroy, un estadio de fútbol que fue especialmente acondicionado para la gran final de la Copa Davis.

La balanza parecía inclinarse a favor de los galos por ser locales, por la lesión de Roger Federer y por haber contado con un período de adaptación adecuado.

Federer recién pudo pisar la arcilla dos días antes de la competencia y solamente por media hora; sin embargo, las ganas de llevar por primera vez la ‘Ensaladera de Plata’ a su país eran más fuertes que cualquier problema físico.  

El viernes 21 de noviembre abrieron la serie Tsonga y Wawrinka. El suizo hizo valer su mayor efectividad en el servicio, su mayor potencia y precisión en sus golpes desde la línea de base, que culminaba con precisas definiciones con su volea, para darle el primer punto a su país en 4 sets, 6-1, 3-6, 6-3, 6-2.

A continuación Monfils se enfrentó a Federer. Ganar la Davis se convirtió en una de las prioridades de Roger en esta temporada y con el impresionante ascenso de Wawrinka, finalmente contaba con un compañero con el que tenía opciones reales de hacer realidad su objetivo personal y el sueño de su país.

Sin embargo, Federer llegó al partido con Monfils con dudas sobre su condición física, que afectaron su confianza y su movilidad, ventajas que fueron muy bien aprovechadas por el francés, que quebró el servicio de Roger en 5 oportunidades, mientras que él no pudo aprovechar las 2 únicas pelotas de quiebre que tuvo y cayó en menos de 2 horas por 6-1, 6-4 y 6-3.

Con la serie igualada, el partido de dobles adquiría una importancia aún mayor para ambos equipos, había dudas sobre la presencia de Federer en este partido; sin embargo, el capitán suizo Severin Luthi confirmó su participación junto a Wawrinka, tenían que jugar sus mejores cartas, incluso corriendo el riesgo de perder a Federer.  

Los franceses tenían como titular fijo al campeón de dobles de Roland Garros de este año, Julian Benneteau, título que ganó con su pareja habitual Edouard Roger - Vasselin. Al no ser  Roger - Vasselin parte del equipo, se presumía que quien acompañara a Benneteau sería Tsonga, pero sorpresivamente el capitán Arnaud Clement seleccionó a Richard Gasquet, quien apenas había jugado 4 torneos de dobles en todo el año.

Federer y Wawrinka venían de perder las 4 últimas veces que habían jugado juntos, incluyendo el partido de la serie de cuartos de final frente a Andrey Golubev y Aleksandr Nedoyesov de Kazajstán. Pero Roger y ‘Stan’ estuvieron brillantes el sábado, sirviendo de forma impresionante,  dominando la red,  atacando permanentemente a Gasquet y,  sobre todo, demostrando que cualquier problema personal entre ellos estaba superado. Suiza ganó 6- 3, 7 -5, 6- 4, para tomar una ventaja de 2 -1, quedando a un partido de la hazaña.

El escenario estaba listo para que Federer siga haciendo historia, tenía la oportunidad de definir la serie frente a Gasquet, quien reemplazaba a Tsonga, aquejado de una molestia en su brazo derecho. Gasquet había vencido a Roger un par de veces sobre arcilla -la última en Roma 2011- pero esta no fue su mejor temporada  y su floja actuación en el partido de dobles influyó de manera negativa en su confianza.

Federer dominó todo el partido con su servicio y su golpe de derecha, nunca le dio tiempo al francés para golpear con comodidad y como lo indica el marcador de 6-4, 6-2 y 6-2, nunca tuvo mayores complicaciones. Roger consagró a Suiza.