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¿Por qué se destruye el anillo papal tras la muerte de un Papa?

La muerte de Francisco Bergoglio abrió una serie de dudas, entre ellas, la interrogante de por qué se destruye el anillo del Papa.
La muerte de Francisco Bergoglio abrió una serie de dudas, entre ellas, la interrogante de por qué se destruye el anillo del Papa.
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La muerte de un Papa no solo marca el final de un pontificado, sino también el inicio de una serie de rituales cargados de simbolismo. Uno de los más llamativos y menos conocidos por el público general es la destrucción del anillo del Pescador, el anillo oficial que porta cada Papa durante su pontificado.

Este anillo, que lleva grabada la imagen de San Pedro —el primer Papa y pescador de oficio— lanzando una red, simboliza la autoridad papal y la continuidad apostólica. Cada Papa recibe un anillo único al inicio de su pontificado, el cual utiliza para sellar documentos oficiales hasta el final de su vida o renuncia.

La tradición dicta que, tras la muerte del Papa, el anillo debe ser destruido con un golpe de martillo por el Camerlengo, el cardenal encargado de administrar la Iglesia durante el periodo de sede vacante. Esta acción tiene un doble propósito: impedir el uso indebido del sello papal y simbolizar el fin de la autoridad del pontífice fallecido.

Esta semana, el mundo católico despidió al Papa Francisco, quien falleció el 22 de abril de 2025 a los 88 años. Jorge Mario Bergoglio, el primer Papa originario de América Latina, marcó la historia con un pontificado de más de 12 años centrado en la humildad, la justicia social y el acercamiento a los más pobres.

Tras su fallecimiento en la residencia de Santa Marta en el Vaticano, se activó el protocolo Ordo Exsequiarum Romani Pontificis. En una ceremonia discreta pero cargada de significado, el Cardenal Camerlengo, Giovanni Battista Re, confirmó la muerte del Santo Padre y procedió a destruir el anillo papal, cerrando así formalmente una etapa clave para la Iglesia católica.

Con la sede papal ahora vacante, los ojos del mundo se posan sobre el próximo cónclave, donde los cardenales deberán elegir al sucesor de Francisco, guiados por las huellas que dejó uno de los papas más queridos del siglo XXI.

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