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¿Las imágenes de perfección que se ven en redes sociales hacen infelices a los internautas?

En redes sociales hay una distorsión de la realidad que se reproduce por medio de imágenes.
En redes sociales hay una distorsión de la realidad que se reproduce por medio de imágenes.
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Las imágenes idealizadas que circulan en redes sociales generan un impacto emocional cada vez más evidente en la vida cotidiana. Así lo advierte Rebeca Pardo Sainz, profesora del Grado en Fotografía de UNIR, quien ha estudiado el fenómeno desde el enfoque de la cultura visual y la representación de la identidad.

Según explica, parte de este efecto se relaciona con la llamada “cultura selfi”, una práctica que va más allá del autorretrato. “Los selfis son una forma de compartir la vida, las experiencias… incluso una forma de socializar y de estar en el mundo”, señala.

Pardo sostiene que esta práctica se enmarca en un entorno donde se diluyen los límites entre lo público y lo privado, lo que da paso a un fenómeno que algunos teóricos denominan “extimidad”.

En este contexto, el uso de imágenes se ha convertido en una vía para expresar pertenencia y construir identidad. Sin embargo, advierte: “Tenemos un problema serio de falta de alfabetización mediática. Si las nuevas generaciones viven en un entorno tan visual, ¿por qué no los formamos para poder descifrarlo y comprenderlo?”

Uno de los efectos más visibles de esta dinámica es la distorsión de la percepción de la realidad. Pardo menciona factores como la presión por encajar, la búsqueda constante de validación externa y la comparación con imágenes idealizadas. “Nunca antes habíamos podido cuantificar de un modo tan exacto cuánto gustamos o no, pero al mismo tiempo podemos ver las cifras de los demás. Y hay mucho fraude en los números, pero mucha gente no lo sabe”, explica.

Sobre los filtros y la edición digital, la experta destaca su papel en la construcción de estándares de belleza poco realistas. “Los filtros pueden venir por defecto en el móvil y ni siquiera somos conscientes de lo que hacen. Algunos incluso aclaran la piel o agrandan los ojos, reforzando sesgos culturales”, dice. A su juicio, este tipo de imágenes puede influir en la salud mental, especialmente en niños y adolescentes, y está vinculado con fenómenos como la dismorfia corporal y los trastornos de alimentación.

¿Se puede desarrollar una relación más saludable con las redes sociales?

Para Pardo, implica reconocer que estas no son un reflejo fiel de la realidad. “Lo que vemos no es la realidad sino lo que la gente quiere mostrar sobre sí”, afirma. También sugiere fomentar la reflexión crítica sobre lo que se consume visualmente y buscar ayuda profesional si la exposición a redes genera malestar emocional. “Muchas de las cosas que vemos en redes están hechas con Photoshop o software de edición. Por no hablar de la inteligencia artificial”, agrega.

Respecto al origen de estos códigos visuales de perfección, considera que se trata de una combinación entre elementos culturales y estrategias de mercado. “Las estrategias publicitarias son las que redimensionan esas prácticas, las difunden y deciden qué trasciende o triunfa”, sostiene. También destaca el papel del algoritmo y de los intereses comerciales detrás de muchas publicaciones, especialmente las de influencers.

En ocasiones se ven distorsiones marcadas por parte de los influencers. Por ejemplo, niñas imitando rutinas de belleza que normalmente hacen las mujeres adultas. Es decir, colocándose cremas antiarrugas a tempranas edades. Eso es una distorsión que se debe evaluar en casa, aclara. 

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