A veces prendemos la tele solo para no estar solos y tener aunque sea vocecitas de fondo que le hagan a uno compañía mientras toma un café, está actualizando su Facebook o haciendo anotaciones. Nada de malo, pero más interesante resulta si adrede le bajamos todo el volumen o silenciamos el audio de la televisión mientras vemos un programa de producción nacional, con mi familia hemos descubierto cómo la comunicación gestual de los talentos de pantalla de una revista matutina parece dispararse a un lugar más interesante que lo que están enunciando. Y es que ver programas como En Contacto, de Ecuavisa; Lo mejor de Yo Me Llamo-La Revancha, de Teleamazonas; Haga Negocio Conmigo, de TC Mi Canal; Café TV, de EcuadorTV; Aquí Entre Nos, de Canal Uno; y Te Tomaste La Noche, de GamaTV, sin escuchar una sola palabra de lo que se dice, nos descubre una serie de modismos gestuales de los que se ha llenado la televisión ecuatoriana.

Gestualmente, los programas están cargados de pequeños bailes, amplias sonrisas de las mujeres en pantalla, ligeros cruces de piernas tanto de pie como sentados, apuntar con el dedo a la cámara, frote de las manos, guiños, pestañeos excesivos, incomodidad al estar en un grupo de “presentadores” y que uno o una no sea la voz cantante, miradas cómplices entre talentos de pantalla incluidos bailarines o modelos, movimientos remarcados de labios al hablar o reír, y la famosa posición de jarra. La última es cuando se colocan las manos de cada lado de la cintura formando unos ligeros arcos que se asemejan a las asas de una jarra o una taza. Ni qué decir de los frotes de barbilla, el toque de hombros, la mano sobre la boca, las manos en los bolsillos, los arreglos del vestido o la falda llamativa, y la tocadera del cabello largo suelto o semisuelto de las mujeres. Considerando que estos programas son de diversos formatos y que sus duraciones van desde la media hora hasta cerca de las 2 horas en algunos casos, respectivamente, sí llega a molestar descubrirles los tics corporales a los talentos nacionales.

No es que deban quedarse quietecitos, estáticos o semirígidos, sino que la gestualidad debería, o al menos se espera que así fuera, ir más acorde a las entonaciones que se utilizan durante las emisiones de revistas matutinas, magazines televisivos, espacio de concursos, programa de clips, resumen-tras cámaras de reality de canto, late show o programa de entrevistas.

Poco se puede aguantar los constantes movimientos de cintura y cadera de aquellas que no son ni las bailarinas ni las modelos del programa de turno, los ojos de sorpresa, las bocazas abiertas mientras hacen coro a la música de fondo, la chacotada y la risotada en el set, sea con los participantes del reality o concurso o entre los que son la imagen de un magazín. Muchas veces se palpa la incomodidad o vergüenza propia de algún animador o presentador que se nota distante al momento que está apareciendo en cámara.

Algunos comentan, y no se equivocan, que realities como Combate han sido la escuela para que un creciente número de jóvenes adquiera la soltura necesaria para aparecer ante cámaras como animador o reportero. Pero lo que no dicen es que su gestualidad “natural” debido a su frescura televisiva, además de su juventud, es bastante torpe y desprolija.

Al final del día el televidente, lo disfrute o no, se encuentra con que todo es guasada, payasada, chascarrillo, broma en la gestualidad de los que son la imagen de su programa favorito. Sí, algunos tienen buen dominio escénico, una cierta gracia y hasta carisma corporal que se agradece, pero al único que se le puede perdonar su peculiaridad en movimientos y gestos es a Tomás Delgado, ya que maneja un programa de entrevistas como su personaje La Vecina, que se ha consolidado en el teatro callejero, el sketch de televisión, el gag, el doble sentido, el monólogo y el stand-up.