Vuelve al cine el terror clásico con el filme ‘La casa de al lado’
Después de una pequeña estadía, un par de años, en la que el género de terror se refugió en el cine de espíritus caprichosos, la pantalla del horror vuelve a lo cotidiano, a lo posible, si se quiere, más a lo americano.
‘La casa de al lado’ es esa apuesta que vuelve abordar al susto desde otro lado: aquello que pone ‘los pelos de punta’ es de carne y hueso. Terror combinado con suspenso. Y por si la propuesta aún no resultaba seductora, el filme de Mark Tonderai cuenta con la impagable presencia de la actriz de Los juegos del hambre, Jennifer Lawrence, esta chica que está dando qué hablar al mundo entero por las buenas películas que viene eligiendo.
Hay cosas que no cambian: el cine de terror se acomodó hasta lo impensado en la clásica mudanza de una familia a una casona perdida en esos pueblos rodeados de bosques del norte de Estados Unidos Para esta oportunidad, la familia en cuestión se compone de madre divorciada (Elisabeth Shue) e hija adolescente (Lawrence).
A metros de la casa se encuentra otra casa. Allí, años atrás, la hija menor de un matrimonio mató a sus padres. La adolescente recién llegada entablará relación con el sobreviviente de aquella matanza, el hermano mayor de la asesina desaparecida. Pero como en pueblo chico el infierno no puede sino ser grande, las cosas comenzarán a ensangrentarse.
El director Tonderai se toma sus tiempos para acercar a los espectadores hacia los personajes bien delineados por el guión de David Loucka, detalle bien raro en el cine actual.
Con estos puntos de pueblo conservador, rebeldía juvenil y madre e hija queriéndose a los ponchazos en la carretera, Tonderai teje un relato creíble e intrigante, donde la mayor tensión es aportada por lo que no ocurre, ese rechazo que merodea a todo lo que tiene que ver con la casa, mientras que las recién llegadas no saben si adjudicárselo al vecindario prejuicioso o a qué.
La película se estructura en tres partes: una corta introducción, a puro recurso visual, que presenta el crimen cometido en la casa de al lado en tonos ‘slashers’ (grises y claroscuro), el relato costumbrista más naturalista que enseña las complicaciones del ser adolescente en los tiempos que corren y el desenlace tradicional, con varias vueltas de tuercas y algunas correrías.
Como puede sospecharse, es la última parte la más predecible. Sin embargo, la demora de la cinta en confesar si verdaderamente hay una amenaza o no y, en caso último, quién es esa amenaza, convierte a ‘La casa de al lado’ en un producto bien redondeado, que no subestima ni a sus personajes ni al espectador.