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Tenía que estar Burton detrás de un Lincoln que caza vampiros...

Tenía que estar Burton detrás de un Lincoln que caza vampiros...
18 de agosto de 2012 - 00:00

Desde 1915 existe una fijación de los cineastas con la figura de Abraham Lincoln, quien posiblemente es uno de los presidentes estadounidenses más representados en el cine, tanto como George Washington, John F. Kennedy o Richard Nixon.

Lincoln aparece en filmes biográficos, como personaje secundario o caricaturizado en Los Simpsons. Hasta ahí todo parece normal, hasta que uno ve cómo ese presidente vuela en los ‘tráilers’ como si se tratara de una escena de Matrix. Tiene sentido que haga eso si la película se llama ‘Abraham Lincoln: Vampire Hunter’. Es decir un personaje que durante el día es el Primer Mandatario norteamericano y por las noches es un cazador de vampiros.

Claro, la idea parece retorcida, pero tiene sentido en la cabeza del ruso Timur Bekmambetov. Y si se trata de llamar la atención al espectador con una trama, que quizás demuestre la carencia de nuevas ideas en Hollywood, puede que sea válido. Al final de cuentas el cine es para entretener.

Como antecedentes, el siempre excéntrico Tim Burton está detrás de toda esta idea -si se la puede calificar- como bizarra. Fue quien escogió a Bekmambetov, a quien le atraen los personajes de horror que se reflejan en sus filmes ‘Guardianes de la noche (2004) y ‘Guardianes del día (2005).

Burton ya utilizó la imagen de Lincoln en su versión de la cinta ‘The planet of the apes’ (2001) con Mark Walberg como estelar. Ahí el cineasta mostró una versión simia del presidente estadounidense. Ya eso parecía una idea alocada, pero es Burton que encontró en Bekmambetov como complemento perfecto para una historia que parecería el resultado de una tertulia que la que sus protagonistas se preguntan “¿se imaginan a Lincoln con doble vida?”, “¿fue un cazador de vampiros?”

La cinta, que está basada en la novela de Seth Grahame-Smith, se ambienta en la Indiana de 1818 y cuenta la historia de un Lincoln de 9 años que se arrodilla bajo la luz de la luna y junto a la cama de su madre moribunda. Él descubre que la dolencia de su progenitora tiene que ver con vampiros.

Según la trama -por absurda que parezca o sea- sugiere la historia alterna de un Lincoln que se dedicó a la política motivado por la enfermedad de su madre, pero con una vida secreta y llena de venganza en búsqueda de los responsables de su trauma.

La llegada a la Casa Blanca y la liberación de esclavos es solo la coartada del Lincoln adulto (interpretado por Benjamin Walker), según conciben Burton, Bekmambetov y Grahame-Smith.

Parte de la fantasía es que durante su infancia Lincoln entabla amistad con William Johnson (Anthony Mackie), un niño afroamericano, quien sufre lo mismo que el entonces pequeño Abraham. No obstante, nueve años después William se convierte en vampiro y está a punto de morder a Lincoln.

Vampiros líderes, muertos vivientes (como Henry Sturgges, un amigo que Lincoln conoce en un bar y que es personificado por Dominic Cooper), más otros seres sobrenaturales forman parte del entorno de esta película que se estrenó hace tres meses en Estados Unidos, pero recién consta en las carteleras ecuatorianas.

Como fuere, el filme resulta uno más con ‘chupasangres’ como recurso que ha desencadenado las mil y un versiones de Drácula hasta Buffy, la cazavampiros (película y serie) o la endulcorada saga de ‘Crepúsculo’, basadas en Vlad Tepes, ese príncipe rumano y empalador que inspiró a Bram Stoker para crear al Conde que conocemos en nuestros días y que si existiera debería cobrar regalías.

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