Como un despertar de nuevo a la imaginación describió  el rey de la fantasía en Hollywood, Steven Spielberg, a   Ready Player One, su última cinta de ciencia-ficción.

“La imaginación necesita estirarse. Me demanda ir un poco más lejos de que lo que fue en la última película y he realizado muchos dramas históricos que no requerían imaginación: requerían precisión histórica y comprobación de los hechos, más como un periodista contando una historia que como un cineasta”, argumentó a EFE.

“Fue un tremendo alivio hacer Ready Player One, porque mi imaginación había estado hibernando durante mucho tiempo. Cuando fue liberada en esta película, junto con la imaginación de Ernest Cline (autor de la novela y guionista de la cinta) y Zak Penn (coguionista), simplemente fue una explosión para mí”.

El director fichó para Ready Player One a los jóvenes actores Tye Sheridan (Mud) y Olivia Cooke (Bates Motel) que, acompañados por veteranos como Mark Rylance o Ben Mendelsohn, modelan una cinta que, es un homenaje a la cultura popular de los años ochenta.

Ambientada en 2045, Ready Player One retrata una sociedad en declive en la que todos se conectan a OASIS, una realidad virtual de unos y ceros en la que hasta la felicidad parece posible.

Tras la muerte de su extravagante creador James Halliday (Rylance), OASIS organiza un concurso para escoger a su nuevo propietario y en el que participa Wade Watts (Sheridan), un improbable héroe en la vida real pero que bajo su avatar Parzival pretende alzarse como vencedor.

Con una frenética acción y y  tecnología, Ready Player One inventa un universo con guiños nostálgicos a la cultura popular, desde videojuegos, personajes, y filmes queridos como Back to the Future (1985), The Shining (1980) o Alien (1979).

En el fondo, agregó Spielberg, se trata de ilusiones y de sensaciones que nos reconfortan: “La nostalgia es realmente un lugar donde todos nos sentimos más felices al volver”. (I)