Spielberg muestra otra faceta del ‘padre’ de los Estados Unidos
Steven Spielberg es uno de los realizadores más importantes del cine moderno, dotando siempre a sus películas de su sello personal, una inconfundible mezcla de gran conocimiento del cine de puro entretenimiento.
Eso no quiere decir que a lo largo de su carrera no haya cometido varios errores, ya sea motivado por aspectos comerciales -la cuarta entrega de las aventuras de Indiana Jones- o inquietudes más personales, el filme ‘Amistad’ (1997).
La tónica dominante de los últimos años ha sido la de ir regalándonos buenas películas con chispazos ocasionales de auténtica genialidad y, de vez en cuando, sacando adelante largometrajes prácticamente redondos en los que hace honor a su título honorífico de Rey Midas de Hollywood.
Hoy llega a las salas de cine la cinta ‘Lincoln’ (2012), su aproximación a la figura de uno de los presidentes clave de la historia de Estados Unidos en la que Spielberg vuelve a desplegar lo mejor de sí mismo.
Es evidente que la historia siempre la escriben los vencedores, quedando el dibujo completo de lo realmente sucedido.
Para algunos ya es una limitación suficiente como para que Tony Kushner coja el libro de Doris Kearns Goodwin y cambie cosas a su antojo no solo para enaltecer la figura mesiánica de Abraham Lincoln, sino también para acercarlo a Obama en sus intentos de salvar una nación enferma.
La abolición de la esclavitud frente a la recuperación de la crisis económica que amenaza con destruir el odioso sistema capitalista, pero hay muchos puntos oscuros para conseguir el bien común y eso es algo que Kushner y Spielberg prácticamente desprecian en una decisión que no daña para nada el resultado final, ya que su objetivo no es el verismo histórico de ‘Lincoln’.
Críticos mundiales señalan que este es un estupendo largometraje que no tiene tanto interés en ofrecer una visión histórica certera, por ejemplo indagar en la figura de Abraham Lincoln como referencia paterna de un país en proceso de autodestrucción.
La portentosa actuación de Daniel Day-Lewis sirve como eje para que Spielberg ofrezca un fascinante -e impecable técnicamente- relato en el que no cae en el error de querer ser demasiado trascendental, pues no le tiembla el pulso para aplicar varias soluciones más propias de una producción de puro entretenimiento.
Hay fallos menores, puesto que algún personaje queda un poco perdido en la grandeza de la propuesta; no obstante la falta de verosimilitud histórica puede molestar a los puristas en la materia, pero ‘Lincoln’ es un ejemplo de brillantez cinematográfica. Y eso siempre será lo más importante al hablar de una película que de conflictos menores, como sus logros en la adaptación o las inútiles discusiones sobre su ideología.