En Roma, la película del mexicano Alfonso Cuarón que contradice algunas lógicas del cine de Hollywood, los hombres parecen estar jugando.

Fermín, ese hombre pequeño y bajito que enamora al personaje central, a Cleo (interpretado por Yalitza Aparicio, la otra nominada del filme), juega a ser un samurái con el tubo de la cortina del baño, mientras ella lo mira y contiene las ganas de reír.

El padre de la casa solo llega una noche a dormir, a ver la televisión con la familia  para recoger algunas cosas y salir al día siguiente para no volver. La primera vez que vuelve a aparecer en la película es saliendo del cine correteando con una chica.

Alrededor de estas reacciones masculinas las mujeres de la película, Cleo y su patrona, entran en crisis. Cleo embarazada y sin saber qué hacer con su trabajo, al menos al principio, y la patrona con sus hijos, sin saber bien cómo decirles que el papá se ha ido.

El filme de Cuarón del que se habla siempre desde la nostalgia y que ha promovido una visión reinvindicativa –insospechada– sobre las trabajadoras del hogar, compite hoy domingo 24 de febrero en diez nominaciones al Óscar.

Roma es una película en blanco y negro sin actores reconocidos. Aun así, la nueva obra de Alfonso Cuarón se cobró durante la grabación $ 15 millones.

Netflix, la plataforma streaming que la produjo, dedicó entre $ 25 y 30 millones, según cálculos publicados en The New York Times, aunque hay involucrados en Netflix que afirman que parte del presupuesto de promoción ha sido para destacarla dentro de la plataforma con el fin de que los consumidores vean la película de Cuarón. (I)