Robert Redford deja el cine luego de seis décadas
Desde su primera aparición televisiva a los 24 años, Robert Redford luchó para quitarse la etiqueta de “guapo” a través de un trabajo serio y comprometido como actor y director.
Fundó un festival independiente como Sundance y mostró una firme conciencia política y ambiental.
Ahora, con 82 años, el anuncio de su retirada de la actuación con The Old Man & the Gun, que llega ahora a los cines, deja un hueco difícil de llenar entre las verdaderas estrellas de Hollywood.
Hace tres años dijo que dejaría la interpretación tras Our Souls at Night, con Jane Fonda, y The Old Man with a Gun, con Casey Affleck y Sissy Spacek, pero nadie pareció creerle.
Ahora que llega a las salas la segunda cinta, el final de su carrera aún es una noticia difícil de asimilar, especialmente estos días en los que multiplica sus apariciones en los medios como fundador y principal rostro del Festival de Sundance, que le abrió sus puertas en las montañas nevadas de Utah.
Desde que lo fundó en 1981, se convirtió en un encuentro ineludible para el cine independiente y en la principal cita para un hombre que dedicó su vida a la gran pantalla, pero también a la política.
Sus ojos azules, su rebelde pelo rubio y su eterna sonrisa contribuyeron a hacer de él una leyenda que rivalizaba en belleza con Paul Newman. Con este formó una pareja mítica en el cine pese a que solo protagonizaron dos películas juntos -Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969) y The Sting (1973)-.
“Durante la mayor parte de mi vida he intentado no encasillarme. Hubo un tiempo en que realmente tuve una época dura cuando empecé a actuar en películas y, de repente, todo giraba en torno a mi apariencia”, sostuvo hace tres años en un encuentro con los medios.
“Me convertí en actor porque me sentí atraído por el oficio en el teatro de Nueva York, así que no estaba preparado para entrar en el cine y, de repente, ser juzgado por mi físico”.
Una carrera luminosa
Tras años dedicados a la televisión y al teatro dio el salto al cine con títulos míticos como The Chase (1966) y Barefoot in the Park (1967), pero fue Butch Cassidy and the Sundance Kid el título con el que alcanzó gran reconocimiento.
Con Jeremiah Johnson (1972) demostró su conciencia ecológica en una época en la que lo medioambiental no estaba de moda y en esa década de los setenta encadenó títulos como The Candidate (1972), The Way We Were (1973), The Sting -por la que consiguió su primera nominación al Óscar-, The Great Gatsby (1974), Three Days of the Condor (1975) y All the President’s Men (1976).
Títulos en los que demostró su versatilidad y su magnetismo en la pantalla, pero que no terminaron de darle la respetabilidad que buscaba y que logró con su primera película como director, una historia sencilla con la que ganó cuatro Óscar.
Era Ordinary People, el filme que descubrió a Timothy Hutton y que le dio a Redford el Óscar a mejor director y mejor película.
Le seguirían como realizador títulos como The Milagro Beanfield War (1988), A River Runs Through It (1992), Quiz show (1994) y The Horse Whisperer (1998), labor que alternaba con la actuación en Brubaker (1980), Out of Africa (1985), Sneakers (1992) y Up Close & Personal (1996).
Pero bajó el ritmo de películas respecto a los setenta y dedicó gran parte de su tiempo a Sundance y al activismo medioambiental.
“Nunca estuve en contra de la industria porque fui un producto de ella, me beneficié de ella y me abrí camino a través de ella. Simplemente llegué a un punto donde pensé que podía haber algo más, historias más diversas”, afirmó el artista.
Historias que potenció desde su festival mientras hacía oír su voz para luchar contra el cambio climático, que llevó a la ONU, donde pidió la unión de la comunidad internacional para salvar “nuestro único planeta y nuestra única fuente de vida”.
Una mezcla de cine y política que ha marcado sus 82 años en los que siempre ha tratado de mantener su integridad.
Como señaló en una entrevista con EFE: “La palabra ‘independiente’ resume mi manera de ver la vida”. (I) et