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El Telégrafo
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Ray Manzarek, el creador de la identidad musical que tuvo The Doors

Ray Manzarek, el creador de la identidad musical que tuvo The Doors
27 de mayo de 2013 - 00:00

Para muchos The Doors es Jim Morrison y viceversa. Pero en realidad va mucho más allá de eso, aunque es innegable el poder mediático que -tras casi 42 años de su fallecimiento- aún genera el ‘Rey Lagarto’, como se decía a sí mismo el ‘frontman’ de aquella banda estadounidense, que con nueve discos pasó a la ‘inmortalidad’ a punta de rock psicodélico y ácido, con tintes de blues y jazz.

Y va más allá porque precisamente ese concepto instrumental tenía mucho que ver con Ray Manzarek, su teclista, quien falleció el pasado 20 de mayo en una clínica de Rosenheim, Alemania, aquejado por un cáncer hepático.

Manzarek no solo fue el responsable de la identidad musical de la banda con aquellos solos que parecían interminables y virtualmente conducían a mundos insospechados, al punto que si un verdadero fan del grupo The Doors cerraba sus ojos podía percibir su esencia sin la necesidad de ver el autodestructivo show de Morrison.

El teclista nacido el 12 de febrero de 1939 en Chicago, Illinois, decía que en ocasiones tenía la impresión que muchos fans estaban a la expectativa de lo que su vocalista podía hacer en el escenario en lugar de apreciar la música.

“La filosofía que distinguía a The Doors era la de trabajar siempre con nuevo material. Cada disco era muy diferente al otro en cuanto a lo conceptual. Permanece nuestro sonido, la voz de Jim (Morrison). Por ejemplo. ‘L.A. woman’ no sigue la misma fórmula del primer álbum o de ‘Strange days’. Se mitificó a Jim, pero lo que rara vez se dice es sobre hasta qué punto nos obsesionábamos por grabar el mejor disco posible. Sabíamos que nuestro trabajo consistía en explorar las infinitas posibilidades que la música ofrece. Editábamos un LP y ya pensábamos en el siguiente”, expresó Manzarek en una entrevista publicada por la revista española Popular hace seis años.

Un distintivo en la música de la banda es que no había un bajista en vivo. Morrison aportaba con los poemas que cantaba, Robbie Krieger componía con su guitarra, John Densmore era el baterista, mientras que Manzarek era la mente maestra detrás de los teclados, aunque él sostenía que Paul Rotchild, el ingeniero de sonido tenía mucho que ver.

Manzarek suplía la carencia de ese instrumento en escena con su teclado Fender Rhodes Piano Bass, que precisamente era capaz de emitir los sonidos del bajo.

No obstante, en las grabaciones de estudio la banda contó con distintos bajistas contratados para la ocasión, porque Rotchild consideraba que el sonido no era tan nítido como en los conciertos.

Cuando Krieger se enteró de la muerte de Manzarek expresó: “Me entristeció mucho enterarme de la muerte de mi amigo y compañero de banda. Me alegro de haber podido tocar canciones de The Doors hasta hace poco en que la enfermedad me tumbó. Ray fue una parte muy importante de mi vida y siempre lo echaré de menos”.

Manzarek creció en Chicago, después se mudó a Los Ángeles en 1962 para estudiar cine en UCLA. Fue allí donde conoció a Morrison,  aunque no hablaron de formar una banda, hasta que volvieron a encontrarse en una playa de Venice (California) tres años después y el entonces futuro cantante del grupo The Doors le dijo al tecladista que durante ese tiempo estuvo componiendo. Le cantó ‘Moonlight drive’ y Manzarek quedó fascinado por la crudeza de su contenido.

“¡Y así fue!”, escribió el teclista en su biografía en 1998, ‘Light my fire’: “Sucedió de forma muy sencilla, de forma muy inocente, pero cambió nuestro destino colectivo”.

El músico recientemente fallecido invitó a Morrison a Rick & The Ravens. Era una banda que tenía Manzarek con sus hermanos, pero a ellos no les gustó la propuesta del ‘Rey Lagarto’. Entonces el teclista llamó a Krieger y Densmore, quienes tocaban en The Psychedelic Rangers.

Por eso es que a Manzarek se lo considera como el que creó The Doors junto a Morrison.
Tras la muerte de su vocalista, Manzarek se mantuvo muy ocupado, produciendo álbumes para X, y tocando con Iggy Pop, quien estuvo a punto de reemplazar al ‘Rey Lagarto’.

En el 2002 empezó a dar conciertos como los Doors of the 21st Century (del siglo XXI), con Krieger y el cantante Ian Astbury, pero sin Densmore, quien había demandado al resto porque consideraba que The Doors eran todos o ninguno.

“Sin Jim, todo el mundo empezó a disparar en diferentes direcciones… Los Doors era la mezcla perfecta de cuatro tipos, cuatro egos que se equilibraban los unos a otros. Nunca hubo problemas con ‘tú has escrito esto o aquello’. Pero tras la muerte de Jim toda la dinámica se estropeó, porque el cuarto hombre no estaba ahí”, expresó Manzarek a la revista Rolling Stone, en el 2006.

Según la entrevista en Popular, Manzarek se confesaba como un admirador de la música de los jazzistas Bill Evans y Ramsey Lewis, más los rockeros Johnnie Johnson, pianista de Chuck Berry; Otis Spann, que tocaba las teclas con Muddy Waters; y de clásicos, Joan Sebastian Bach.

A Manzarek no le atemorizaba la muerte. De hecho, solía mofarse un poco en las entrevistas de esa circunstancia porque sabía que es parte de la vida.
“Paul (Rothchild) y Jim (Morrison) ya no están con nosotros. Nuestro mundo tiene un límite y más allá de él está el universo, que es a donde todos iremos cuando hayamos dejado este mundo. Y yo sé que algún día, cuando ya no estemos aquí, estaremos en los límites de ese otro cosmos, en un lugar llamado The Roadhouse y allí podrás vernos a The Doors, actuando con Jim. Y Paul también estará allí. Y por supuesto, cuando llegues también estarás invitado a ese show”, indicaba en una entrevista del 2007 el teclista que incluso visitó Ecuador con Krieger. Era su forma de describir a la muerte, más allá de la concepción de su música, esa que distingue a The Doors hasta ahora.

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