Predecible, pero con detalles de la película original de 1974
Para empezar, en lugar de ser un reinicio o precuela como las recientes presentaciones del malvado Leatherface (entiéndase como ‘Cara de cuero’), Texas Chainsaw 3D es una secuela directa de la cinta original de 1974 que ignora el resto de la franquicia.
La protagonista es Heather (Alexandra Daddario, uno de los enganches por su belleza física), quien junto a sus amigos (interpretados por Tania Raymonde y Trey Songz) se dirige a Texas tras heredar una casa de forma sorpresiva.
Como siempre el recurso tridimensional es más notorio en los primeros cinco minutos, claro, hasta que el ojo se adapta al truco óptico. Por eso resulta fantástica la presentación de los créditos: Una mezcla de escenas con los asesinatos de la primera película remasterizados para la nueva dimensión. Algo que impresiona en lo técnico y sirve para crear el ambiente al espectador.
Los primeros minutos logran ese cometido con las escenas de la película original contados por un personaje (la sobreviviente Sally Hadersty, que en 1974 había sido interpretada por Marilyn Burns y este filme tiene la voz de la española Elena Sánchez).
Curiosamente Sally jamás tuvo chances de ver lo que pasaba. Más allá de esa imprecisión, las imágenes antiguas resultan poderosas para envolver en el ambiente requerido. Para eso aparecen también John Dugan y Gunnar Hansen (el ‘Leatherface’ original), en distintos cameos. Incluso la misma Burns aparece con el rol de Verna Carson.
El salto a la época actual nos lleva a un terreno más familiar. Luego de ver ‘The Cabin in the Woods’ (La cabaña en el bosque) resulta difícil ignorar los clichés caminantes del género slasher (en los que nunca falta un psicópata) y horror juvenil: La chica recatada pero fuerte, que tiene una conexión con el villano (en este caso Dan Yeager; Nikki, la muchacha sexy (Raymonde) y precoz o Ryan, el novio atlético (Songz). Lo demás es lo que el espectador ya conoce de sobra.
Eso resulta tan predecible como los argumentos de las telenovelas mexicanas en las que la chica pobre resulta ser hija de un millonario y el tipo rico es hijo de la empleada doméstica.
Estos elementos iniciales son un adelanto de los lugares comunes en los que la historia irá cayendo hasta antes del final, donde recién propone algo fresco. Hablando de frescura, se diferencia de los recientes remakes al abandonar el filtro verdoso y la atmósfera enfermiza.
En vez de sumergirnos en ambientes putrefactos y retorcidos donde se puede “hasta oler el mal olor”, se opta por algo más colorido y menos deprimentemente “real”.
Aún cuando vemos a una persona colgada de un gancho y cortada por la mitad con una motosierra, no se siente como “tortura pornográfica”. Más que sadismo nauseabundo es “entretenimiento sangriento”, claro desde el punto de vista de John Luessenhop, el director de esta nueva versión de la Masacre en Texas.
La vieja y simple oscuridad es bien explotada convirtiendo los pasillos de esta mansión en una efectiva casa de los espantos. En este terreno Leatherface es una presencia sumamente amenazante, que puede hacer saltar de la butaca al espectador mientras sorprende repentinamente a sus víctimas.
Es posible que con este psicópata sea pueda empatizar porque es más humano y vulnerable que un Freddy Krueger o Jason.
En la proyección se siente la tensión y los sobresaltos. Pero también hay ciertos momentos hilarantes, en su mayoría no son intencionales del filme. Hay secuencias que inevitablemente rozan con la parodia.
Este es un producto diseñado como vehículo para sus jóvenes intérpretes (entre ellos Scott Eastwood, el hijo de Clint), quien interpreta al oficial Hartman. Él siente atracción por Heather.
Todo eso para continuar sacándole jugo en el futuro al legendario ‘Cara de cuero’: ¿Vale la pena pagar el dinero extra de una función en 3D? Usted decide.