Pocos artistas pueden presumir 46 años de una carrera destacable y Paulina Tamayo es una de ellas. Ha cantado acompañada con seis orquestas sinfónicas del país, ha compartido los escenarios con artistas de la talla de Consuelito Vargas y sus presentaciones registran auditorios llenos en Ecuador y en los más de doce países europeos en los que se ha presentado, así como en diferentes ciudades de Estados Unidos.

Por eso la llaman ‘La Grande’ y hoy, esta quiteña nacida y criada en el tradicional barrio La Tola, celebra sus éxitos junto con un grupo de amigos colegas, quienes alguna vez fueron sus maestros como Héctor Jaramillo y Los hermanos Niño Naranjo. El concierto denominado A lo grande con la grande reunirá a estas voces en el Centro de Convenciones Simón Bolívar de Guayaquil, en donde cantará además con la guayaquileña Hilda Murillo y Los Visconti de Argentina.

“Este es un evento muy importante porque no solo estoy celebrando mi carrera, más bien estamos homenajeando a la música nacional que es nuestro emblema”, dijo la artista a EL TELÉGRAFO.

En mayo pasado, la quiteña adelantó la celebración con un concierto sinfónico donde fue ovacionada más de una vez.

Hoy no habrá sinfónica, pero sí estarán los siete músicos que la acompañan habitualmente en sus presentaciones, haciendo que el espectáculo sea más “ameno”.

“Yo le doy al público lo que me pide”, comenta la vocalista, quien siente un profundo amor por las composiciones ecuatorianas, las que ha interpretado en varios géneros como el pasillo, albazo, yaraví, pasacalle, fox incaico y sanjuanito, sin descuidar ritmos más comerciales como el bolero.

Dice que se siente cómoda con sus músicos porque con ellos puede alterar “con facilidad” el esquema de los conciertos, dependiendo cómo se vaya dando la velada. “Si la gente está triste, les doy música triste y si está contenta, les doy música más alegre. La cuestión es complacer a todos para que salgan lo más satisfechos posible”.

“Esta no es una tarea fácil”, asegura la cantautora. Por eso ensaya dos días todas las semanas en busca de la “excelencia” porque “el público merece cada vez más un mejor espectáculo”. Esto, según cuenta, porque son pocos los cantantes que llevan varios años dedicados a interpretar exclusivamente música tradicional nacional.

Contrario a lo que ocurre en la actualidad, señala. “Los artistas jóvenes se van por lo más fácil como el reggaetón o la tecnocumbia, pero póngalos a cantar un albazo o un yaraví. No es nada fácil porque para interpretar esas canciones tienes que amarlas. Nuestra música es muy sentimental, es música viva y nos hace vibrar y sentir”.

Es por eso que aceptó ser jurado del reality televisivo Yo me llamo que pronto estrenará la cadena Teleamazonas a nivel nacional.

Mientras tanto, seguirá interpretando canciones de autores nacionales y latinoamericanos porque la hacen sentir “realizada”.

“Cuando las personas se me acercan y me agradecen y me dicen que siga cantando nuestra música, me lleno de emoción. Por eso me entrego en cada escenario y nos reímos juntos, lloramos juntos...son momentos únicos”, dice.

Fuera del plató Paulina es moderna y escucha de todo. “Soy open mind”, dice. De hecho le gustan las canciones del colombiano Maluma. “Tengo dos hijos jóvenes y escucho lo que a ellos les gusta como esa que dice ‘Y si con otro pasas el rato, vamo a ser feliz, vamo a ser feliz...felices los cuatro”.

Sin embargo, no se atrevería a interpretar estas canciones en vivo ni mucho menos a grabarlas. “No es lo mío. Para qué complicarnos si me gusta estar tranquila”.

Tranquilidad que encuentra cada vez que llega a su departamento en donde la esperan Dora María, Nacho Josué, Cándida Paulina y Barbie Sol Tamayo Cevallos, sus cuatro cachorros schnauzer blancos platinados que son su “adoración”.

Cuenta que los nombres de sus mascotas tienen historia. Por ejemplo, Nacho Josué se llama así por su hijo y por ser una acérrima hincha del club El Nacional; Cándida Paulina, porque es “pilas como la mamá” y Barbie Sol, porque cuando nació, la cachorra caminaba con “finura” y por su hermana Soledad.

Paulina se confiesa una mujer hacendosa. Hace los quehaceres domésticos, menos cocinar porque sus compromisos profesionales no le dan el tiempo necesario. De vez en cuando visita el barrio La Tola, lugar en donde sus vecinos la vieron nacer musicalmente a los cinco años cuando ganó dos festivales radiales de música juvenil. “Ellas me han visto crecer y convertirme en lo que soy. Cada vez que puedo voy a visitarlos, me reciben con mucho amor. De hecho, el otro día una prima me llamó por teléfono y me contó que me habían incluido una imagen mía en un mural dedicado a los personajes más destacados de la sociedad quiteña que han salido de La Tola. Es todo un honor”, dijo. (I)