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Paul Newman y una vida ligada al éxito en todas sus facetas

Paul Newman y una vida ligada al éxito en todas sus facetas
24 de septiembre de 2012 - 00:00

‘La gata sobre el tejado de zinc’ (1958), de Richard Brooks, es una de las películas más memorables de Paul Newman, no solo porque lo puso en el mapa mundial del cine debido a su poder histriónico sino porque lo convirtió en el nuevo galán de Hollywood, apelativo que mantuvo hasta su muerte, ocurrida el 26 de septiembre del 2008.

Y aunque han pasado 54 años de esa grabación y cuatro de su fallecimiento, los amantes del cine no olvidan a un Newman robándole cámara a la ya célebre Elizabeth Taylor, con quien hizo ‘feeling’ de inmediato y llegaron a convertirse en grandes amigos.

En ese filme Newman, nacido el 26 de enero de 1925 en Ohio, bajo el seno de una familia acomodada que se dedicaba al comercio de productos deportivos, dejó a todos extasiados con su personaje de un alocado y conflictivo “hijo de mami” millonario, caprichoso, seductor e inquietante.

Este papel le valió su primera nominación al Oscar, al igual que su coprotagonista. El galardón se lo llevó David Niven por su actuación en ‘Mesas separadas’.

Otros títulos importantes en esta década fueron ‘Dulce pájaro de juventud’ (1962), película dirigida por Richard Brooks, ‘Hud’ (1963), de nuevo bajo la mirada de Martin Ritt, ‘El premio’ (1963) de Mark Robson y ‘Cortina rasgada’ (1966), cinta de Alfred Hitchcock.

Newman se consagra definitivamente en el cine como estrella de Hollywood en 1966 con su participación en una superproducción de cine negro que constan en la lista de los mejores trabajos de la historia: ‘Harper, detective privado’, de Jack Smight.

Con esta producción Newman reinventó y revivió un género ya en decadencia y rompe récord de taquilla e inicia un subgénero que recoge Frank Sinatra en su trilogía sobre el detective Tony Rome en ‘Hampa dorada’, ‘El detective’ y ‘La mujer de cemento’.

Éxitos como ‘La leyenda del indomable’ (1967) de Stuart Rosenberg, ‘Hombre’ (1967) de Ritt no superaron las dos producciones que hizo junto al director George Roy Hill y Robert Redford en ‘Dos hombres y un destino’ (1969) y ‘El golpe’ (1973), clásicos que son constantemente reprisados en la cadena TCM.

Nominado otra vez como actor por ‘Hud’ y ‘La leyenda del indomable’, Paul Newman optaría también al premio al mejor filme del año 1968 por su primera película como director, titulada ‘Rachel Rachel’ (1968) e interpretada por su esposa Joanne Woodward.

Esta película y otros que dirigiría con posterioridad, como ‘El efecto de los rayos gamma sobre las margaritas’ (1972), eran proyectos alejados de la comercialidad que sí poseían muchas de sus películas como intérprete.

Para desarrollar sus proyectos como autor creó, junto a personajes destacados del espectáculo estadounidense, como Barbra Streisand, Steve McQueen o Sidney Poitier, la compañía First Artists.

En las siguientes décadas no abandonó la pantalla grande, aunque sus apariciones fueron menos constantes. Newman se interesó por las carreras de autos; a pesar de ser daltónico, compitió en varias carreras automovilísticas, fascinación de la que nunca se alejó.

A los 70 años se convirtió en el piloto más longevo que formaba parte del equipo ganador en una carrera de alto nivel, en 1995, en las 24 Horas de Daytona.  En 1983, Newman fue también cofundador junto a Carl Haas del Newman/Haas Racing, uno de los equipos de CART más exitosos.

Su talento como actor fue relevante en ‘Ausencia de malicia’ (1981), un drama de Sydney Pollack, o en ‘Veredicto final’ (1982), un fenomenal título judicial dirigido por Sidney Lumet.

Por estas dos últimas películas volvió a ser nominado al Oscar, un premio que se le resistió hasta el fin de su carrera.
En 1985 fue galardonado con una estatuilla honorífica y un año después logró el Oscar al mejor actor por ‘El color del dinero’ (1986), una cinta dirigida por Martin Scorsese y co-protagonizada por Tom Cruise.

Con posterioridad fue nominado como mejor actor principal por ‘Ni un pelo de tonto’ (1995) y como actor secundario por ‘Camino a la perdición’ (2002).

Progresista, inteligente, atractivo (su físico sirvió de base para el personaje del cómic (Linterna verde), simpático, amante de los deportes, los carros y la velocidad, Paul Newman siempre se mostró preocupado por los asuntos sociales que lo rodearon, no en vano todo el dinero que producía con las ventas de sus productos alimenticios iban destinados a obras de caridad.

Además fundó un campamento de verano para niños enfermos de cáncer en Connecticut, el estado en el que residió hasta su muerte.

El último período de la vida de Paul Newman vino marcado por el padecimiento de un cáncer de pulmón que provocó el cese de sus proyectos teatrales y, tras un tratamiento ineficaz de quimioterapia, el confinamiento en su hogar para terminar sus días rodeado de su familia.

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