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Ecuador, 22 de Diciembre de 2024
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El Telégrafo
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Obras traen a la memoria muerte de John F. Kennedy, este mes

Medio siglo después del asesinato de John Fitzgerald Kennedy, su vida -pero sobre todo su muerte- vuelve a estar de actualidad con la publicación de multitud de libros que buscan arrojar luz sobre la figura del presidente.

Hace días las librerías de EE.UU. se cargaron de ejemplares que aseguran ofrecer nuevas evidencias de lo ocurrido el trágico 22 de noviembre de 1963, cuando JFK fue tiroteado mientras transitaba por la plaza Dealey de Dallas en el asiento trasero de un Lincoln descapotable.

Unas pruebas irrefutables, según afirman los autores, que son tan diversas como variadas, de acuerdo a los intereses de los lectores. Las editoriales se prepararon a conciencia para atender la previsible demanda de contenidos sobre Kennedy y hacer un buen negocio del aniversario del fallecimiento del mandatario, que llega justo a tiempo para la época del año más consumista, entre Acción de Gracias y Navidad.

Así, hay libros para quienes gustan leer sobre complots que justifican el magnicidio, como el del exgobernador de Minnesota Jesse Ventura, ‘They Kill Our President’, donde ofrece hasta 63 razones para creer que hubo una conspiración para matar a Kennedy orquestada por un poder en la sombra que gobierna EE.UU.

Otros, como ‘The Poison Patriarch’, culpan de lo ocurrido al padre del presidente, Joseph P. Kennedy, por su presunta relación con el hampa. En ese contexto de conspiraciones, el verdugo oficial de JFK, Lee Harvey Oswald, el francotirador que realizó los mortíferos disparos, es retratado como un títere, el último eslabón de una cadena y gatillo ejecutor de las órdenes de otros.

Tras el asesinato, se organizó una comisión de investigación liderada por el jefe del Departamento de Justicia, Earl Warren, -la llamada Comisión Warren- encargada de determinar qué pasó exactamente el 22 de noviembre.

El abogado Howard P. Willens formó parte de aquel grupo cuya investigación en 1964 concluyó, no sin controversia, que Oswald cometió el crimen por su propia cuenta y riesgo. Ahora Willens publica ‘History Will Prove Us Right’, donde insiste en que, a pesar de los problemas y la falta de cooperación del FBI y de la CIA, los hechos dejan clara la autoría en solitario de Oswald.

El libro admite que algunos errores de la comisión contribuyeron a alimentar las teorías sobre conspiraciones que brotaron posteriormente.

Los planteamientos de Willens encuentran respuesta en ‘A Cruel And Shocking Act’, del periodista Philip Shenon, quien desacredita la labor de Warren y su equipo, al que califica de inexperto e influenciable, incapaz de hacer una verdadera investigación independiente.

Ese es el motivo por el que Shenon cree que se pasó por alto la posibilidad de que Oswald trabajara para el gobierno cubano de Fidel Castro después de un viaje a México, en el que solicitó visados para ir a la isla caribeña y a la URSS.

El profesor Larry J. Sabato, fundador del Centro de Política de la Universidad de Virginia, considera que 50 años después del atentado aún no puede descartarse la idea de que Oswald fuera un peón al servicio de intereses mayores.

En ‘The Kennedy Half Century’ expone los resultados de nuevos estudios técnicos que dejan sin fundamento la idea de que hubiera un segundo tirador, además de Oswald, y también analiza la influencia posterior que tuvo JFK, tanto en la sociedad como en la política. JFK fue el trigésimo quinto presidente de los Estados Unidos y el cuarto que murió por asesinato, junto con Abraham Lincoln, James Abram Garfield y William McKinley.

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