‘Oblivion’, más allá de la parafernalia para su promoción
Pocos actores hay en Hollywood que entiendan mejor lo que le gusta al gran público que Tom Cruise. Su carrera está plagada de éxitos, algunos más merecidos que otros, pero en la gran mayoría de ellos la presencia de Cruise fue básica para ello.
Y es que al ahora cincuentón Cruise ha interpretado de todo de personajes, desde un adolescente irresponsable (‘Risky business, 1983’), pasando por piloto de avión (Top Gun, 1987) o el agente Ethan Hunt (de la saga ‘Misión imposible’) hasta una estrella del heavy metal como en el musical (‘Rock of ages’, 2012). Y siempre está de moda. Hace casi dos meses encabezó las carteleras ecuatorianas con ‘Jack Reacher’ (2013).
Ahora es Jack Harper en la post apocalíptica ‘Oblivion’, su más reciente película que se puede ver en las salas locales de cine.
Entrando en materia (directo a la película), hay un personaje en ‘Oblivion’ que pregunta en repetidas ocasiones si el tándem formado por —un carismático y solvente— Cruise y —una convincente— Andrea Riseborough sigue siendo eficaz para cumplir su misión, sin importar que en el camino se dañe o pierda material que podría ser clave para la supervivencia de la humanidad.
Esto podría aplicarse perfectamente a la propia película, ya que el director Joseph Kosinski sabe lo que quiere contar y conoce las concesiones a las que debe plegarse, pero no demuestra el mismo interés en aprovechar al máximo el potencial de ambas premisas.
Si algo hay que destacar de ‘Oblivion’, eso es su fuerza visual -aún más evidente si uno la experimenta en una versión IMAX, mucho más amplia, porque Kosinski demuestra pericia para sumergir al espectador en una Tierra al borde del colapso sin que ello suponga sacrificar la oportunidad de mostrar amplios y bellos paisajes y cuidando pequeños detalles que recuerden al espectador la ubicación anterior de esos parajes desolados. Todo eso al servicio de un personaje protagonista que tiene visiones de lo que fue su anterior vida.
Un pequeño misterio desarrollado con corrección y con contadas concesiones a una espectacularidad que están bien integradas en la progresión dramática durante, más o menos, la primera hora de metraje.
En ‘Oblivion’, Kosinski sabe mantener un equilibrio entre sus dos rasgos principales -gran entretenimiento y propuesta de corte más reflexivo-, algo que se rompe por completo cuando se va despejando el pasado de Harper (Cruise) y la realidad de la historia que el directo está contando al espectador.
Sin embargo, falta equilibrio en los personajes. Malcom Beech, el que interpreta Morgan Freeman tiene algo de peso, mientras que Julia Rusakova, el el de Olga Kurylenko es endeble y está muy mal perfilado.
Con todo, la tan promocionada ‘Oblivion’ sigue siendo una película eficaz al conseguir evitar el aburrimiento del espectador, a través de Cruise, pese a todos los fallos en los que incurre, pero dejando una sensación un poco agridulce por todas las posibilidades que había ido mostrando con anterioridad.