‘Miguitas de ternura’ dejó Alberto Cortez por su paso en Guayaquil
“La vida llega, se va la vida como una rueda gira que gira distribuyendo la fecundidad, la desventura y la felicidad inagotables de su manantial, la vida llega de pronto y entra sin llamar, cuando se va no dice a dónde va, es la frontera de la eternidad, la vida.
Me gusta el aire de la mañana cuando me asalta por la ventana y me recuerda cada amanecer que sigo vivo, tanto o más que ayer que tengo todo el mundo por tener la vida y que las cosas a mi alrededor son consecuencia de lo que yo soy, que a cada quien le paga su valor... la vida”. Así reza la canción ‘La vida’ que el cantautor Alberto Cortez interpretó, la noche del lunes, en un concierto privado celebrado en el Teatro Centro Cívico Eloy Alfaro.
En ella, el argentino (1940) demostró que a, pesar de sus 72 años, sigue cantando con la misma fuerza y sentimiento que cuando inició su carrera musical en 1961 y que lo ha llevado por los escenarios más reconocidos del mundo.
Temas como ‘Castillos en el aire’, ‘Las moscas’ y ‘Eran tres’ -esta última dedicada a Pablo Picasso, Pablo Neruda y Pablo Cazares- dieron inicio al recital, de tres horas y media de duración, en el que Cortez hizo gala de su elegancia, su poesía y su buen sentido del humor.
El cantante se autocalificó como “un mocoso”, debido a la congestión nasal que tuvo a “causa del clima” e hizo que estornudara un par de veces y estuviera sentado junto a un manojo de servilletas.
“Cualquier parecido con la realidad...es la realidad”, bromeó Cortez segundos antes de interpretar ‘Lupita’ y ‘Distancia’, siendo uno de los temas más solicitados por los seguidores de este artista que en 1977 escribió el poema ‘Equipaje’, con el que comenzó su carrera literaria.
“Viento, campos y caminos… distancia qué cantidad de recuerdos de infancia, amores y amigos… Distancia que se ha quedado tan lejos entre las calles amigas… distancia del viejo y querido pueblo donde se abrieron mis ojos… distancia donde jugué de pequeño”, se escuchaba con fuerza desde el centro del escenario haciendo que el público se estremeciera en silencio mientras se deleitaba de la elegancia del -quizás- más refinado cantante de esta línea que integran artistas como Joan Manuel Serrat y Facundo Cabral, siendo éste último compañero de aventuras y desventuras durante la gira de conciertos que ofrecieron durante casi cuatro años por toda Latinoamérica.
Precisamente esa noche se recordó un año de la muerte de Cabral, a quien ‘El gran cantautor de las cosas simples’, como se lo conoce a Cortez, rindió un pequeño homenaje condenando aquel asesinato ocurrido en Guatemala.
“Una bala de hielo te segó la voz y la violencia sicaria se frotó las manos de matar. Convoco una catarata de crespones de rabias, sin consuelo, para honrar al amigo perdido. Maldigo, remaldigo y recontramaldigo a esa bala de hielo que segó tu voz y que nos dejó ciegos. Para ti Facundo”, fueron los versos que declamó Cortez en medio de una lluvia de aplausos, mientras los integrantes de la Orquesta Sinfónica de Guayaquil, dirigida por el maestro Davit Harutyunyan, empezaron a entonar la canción ‘No soy de aquí’ que fue coreada por todos en las diferentes localidades del teatro.
Entre canción y canción, el intérprete de ‘Callejero’ se la pasó bromeando sobre su estado gripal y también con los integrantes de la orquesta que, en momentos, se desacordaban en los acompañamientos musicales, cosa que Cortez también hizo un par de veces.
Uno de los momentos más emotivos de la noche fue cuando el poeta ‘sacó’ del alma todo ese sentimiento que lo caracteriza y lloró al interpretar la canción de cuna ‘Las nanas de la cebolla’, original de Miguel Hernández y que popularizó el español Joan Manuel Serrat en la década del 60.
Su voz fuerte se entrecortaba mientras él se apoyaba en el espaldar de la silla y por momentos tambaleaba para recitar frases como “En la cuna del hambre mi niño estaba. Con sangre de cebolla se amamantaba. Pero tu sangre escarchada de azúcar...cebolla y hambre”.
Aunque hubo más de cincuenta músicos en escena, Cortez tuvo de coro al selecto público -entre quienes se encontraba el presidente de la República, Rafael Correa y el vicepresidente Lenín Moreno, asesores, ministros, músicos y artistas invitados- cuando interpretó ‘Miguitas de ternura’ que fue cantado por todos de principio a fin.
También se dio tiempo para ‘pegarse un bailecito’ cuando interpretó ‘A partir de mañana’ y también dedicó la canción ‘Cuando llegue la noche’ a su amigo Bernard Fougeres, porque “si no la cantaba no me lo iba a perdonar”, dijo a manera de broma.
Alberto Cortez deleitó a sus seguidores con temas como ‘La vejez’, ‘Te llegará una rosa’, ‘Como el primer día’, ‘Callejero’, ‘A mis amigos’, ‘El mascarón de la proa’ y ‘Frankenstein’, la que dedicó a un amigo de la infancia, de origen italiano, de quien dijo: la “ignorancia y la crueldad que se puede tener cuando uno es niño” puede destruir la vida de un amigo feo.
Luego del receso de 15 minutos, en el que los asistentes aprovecharon para saludarse y comprar los discos que Cortez puso en venta en el lobby del teatro a 40 dólares, el cantautor cantó su último bloque de canciones en el que incluyó ‘Mi árbol y yo’, ‘Yo quiero ser bombero’ y ‘El amor desolado’.
Alberto Cortez, antes de despedirse, agradeció las atenciones del Jefe de Estado, autoridades, al empresario Ramiro Cepeda y músicos que lo han acompañado en su visita al país y terminó con la canción ‘Cuando un amigo se va’, que hizo que los asistentes lo ovacionaran de pie con aplausos y gritos. “Os pido que no me olvidéis porque yo tampoco lo haré. Palabra de honor”, fueron las palabras con las que Cortez se despidió con una cálida sonrisa y en medio de los gritos del público que pedía más temas, aunque él no volvió a subir al escenario.