Metallica trajo ayer más efectos y luces que en 2014
Los fans de Metallica vieron anoche un espectáculo distinto al de 2014. Los efectos de luces y de imágenes, así como un audio casi perfecto, trasladaron a los rockeros a otra dimensión.
Los más de 15 mil seguidores de la banda que llegaron al parque Bicentenario debieron esperar hasta unos minutos antes de las 22:00 para que inicie el show.
Cerca de las 21:45 se escuchó por los parlantes el tema It's A Long Way To The Top If You Wanna Rock And Roll, del grupo australiano ACDC. Esto marcó el comienzo del recital. A los pocos minutos apareció en las pantallas gigantes (unos 20 metros de ancho por unos 30 de alto) el actor de origen judío Eli Wallach en el cementerio. La escena corresponde al western El bueno, el malo y el feo, filmada 1966.
El tema Creeping Death, del disco Ride the Lightning, abrió el concierto. El potente sonido hizo que los asistentes sientan las ondas en su cuerpo.
En las gigantescas, pero nítidas pantallas, se observaron efectos de imágenes como si estas se desangraran. En otros casos parecían vidrios rotos. Todo esto complementado con las luces multicolores “disparadas” desde distintos ángulos y de diferentes formas.
Los miles de rockeros saltaron, gritaron y alzaron sus manos.
James Hetfield, vocalista, apareció la noche del sábado con un chaleco lleno de parches de las bandas que fueron referentes para Metallica. El bajista Robert Trujillo lució una camiseta sin mangas negra y un pantalón del mismo color.
Kirk Hammett, guitarrista, usó camisa y pantalón también oscuro, pero con un chaleco formal. Similar a los que se ponen debajo de los ternos. Sus dedos mostraron uñas a medio pintar de color negro.
Lars Ulrich, baterista, utilizó un buzo y gorro también negros. Resaltó en su rostro una barba blanca.
For whom the bell tols, la segunda interpretación, encendió más a los fanáticos.
Los californianos continuaron con su repaso de temas históricos como The memory remains (Reload), Harvester of Sorrow (And Justice for all) y Wherever I may roam (Black Album). Cuando tocaron este último en las pantallas se observaron tomas a alta velocidad, similares a las de una prisión y después de un bosque. Para esto, cientos de seguidores del grupo ya tuvieron la oportunidad de verse reflejados varias veces en el mismo espacio donde se observó a los músicos.
Cuando los estadounidense tocaron One, (And Justice for All) hubo momentos de histeria colectiva. Los monitores presentaron las sombras de soldados con sus fusiles y luego sus calaveras desfilando. Una locura similar se vivió a la hora de cantar Master of puppets (homónima del mismo disco). En este caso aparecieron en varias ocasiones los miembros del grupo sobre cruces blancas, tal como se presenta en la portada del long play.
La rápida canción Battery, del Master of puppets, puso a brincar a la gente. Todos movían las cabezas al ritmo de la melodía.
La primera balada de la noche fue Fade to black, del disco Ride the Lightning.
Kirk que ya había interactuado con el público antes, continuó haciéndolo y les preguntó qué canción quieren. Es entonces cuando sonaron los acordes de Seek and destroy, del primer disco de la banda llamado Kill ‘Em All. Los rockeros gritaron el coro en repetidas veces: “Searching, seek and destroy…”… (Buscando, buscar y destruir…).
Vino el turno de una de las canciones del nuevo disco Hardwired... to Self-Destruct, el cual será presentado a mediados de noviembre. El tema se llama Harwired y tuvo la aceptación del público. No todos lo corearon.
De inmediato dieron paso a Whiskey in the jar y el concierto entra en etapa de finalización.
Los fans deliraban y cada uno pedía su melodía preferida. Whiplash, Welcome home sanitarium, Am I evil?, fueron las más requeridas.
Metallica les respondió con su segunda balada: Nothing else matters. La gente deliró. Los asistentes movieron sus cuerpos al ritmo de la canción. Las parejas se abrazaron y aprovecharon para tomarse fotos. Al cierre del tema, James Hetfield mostró a través de las pantallas gigantes, la vitela que usó para tocarlo. Era de color blanco y en una cara estaba el monumento a la Mitad del Mundo y en la otra la frase: Metallica, Quito Ecuador. Nuevamente los rockeros deliraron por ese detalle.
El cierre del concierto ya era cuestión de minutos. Enter Sandman, del And justice for all, pareció sonar más fuerte que nunca. Los fanáticos la corearon, gritaron y saltaron.
Desde lo más alto de la tarima empezaron a caer enormes pelotas negras, similares a las de playa, con el nombre de la banda. Todos se apresuraron por tocar los balones o apoderarse de ellos.
El grupo concluyó y aplaudió a los ecuatorianos que los acompañaron esa noche.
Fuegos pirotécnicos alumbraron el área donde se dio el concierto. Los 4 miembros se despidieron y lanzaron vitelas, así como palillos de batería. No hubo incidentes al interior, salvo una persona en avanzado estado etílico que fue retirada. Esta vez sí hubo venta de alimentos, agua y cerveza.
Hace dos años, los fanáticos del grupo padecieron porque no tuvieron acceso a líquidos durante horas.
De forma "reservada" hubo mujeres y varones que vendieron botellas pequeñas de licor. A la salida de los fans de Metallica expresaron su malestar porque aún estaban instaladas las mallas de seguridad, lo cual demoró el avance hasta los exteriores.
Las carretillas de venta de hot dogs, pinchos y otros alimentos, que aún permanecían afuera del parque tuvieron buenas ventas a la medianoche.
Los rockeros salieron contentos y comentaron sobre la tecnología utilizada para un show pocas veces visto en el país. (I)