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El Telégrafo
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La bandera tricolor acompañó a los fans que se ubicaron a la derecha de la banda.

Más cerca de Metallica, ¡imposible!

Más cerca de Metallica, ¡imposible!
19 de marzo de 2014 - 14:39

Glenn es paraguayo. No dijo su apellido, pero quizás en adelante muchos lo recuerden como aquel fan que tuvo el privilegio de anunciar la canción ‘Sad but true’ durante el primer (y quizás único) concierto de Metallica en Ecuador, aunque él es extranjero.

Él estaba junto a otros nueve fans, que desde el principio del show permanecieron en el sector derecho del escenario (izquierdo con relación con el público). Todos ellos ganaron un concurso para compartir el espectáculo como si fuesen los músicos de la banda californiana.

Y aunque no todos fueran de una misma ciudad o región ecuatoriana, estaban cobijados bajo la misma bandera: la Tricolor. También estaba la paraguaya, la de Glenn.

El hecho de estar sobre la tarima ya era mucho para él. Quizás no imaginaba que James Hetfield, el vocalista, guitarrista y líder de Metallica lo iba a llamar para que anunciara ‘Sad but true’, ante la envidia de los otros nueve y los casi 40 mil que acudieron al parque Bicentenario.

Esa canción fue una de las 17 que los seguidores ecuatorianos escogieron cuando se registraron en la página de la banda, pues el concierto se llama ‘Metallica by request’ (en español Metallica por petición).

El ambiente ‘metalero’ empezó desde las primeras horas de la mañana. Todos hablaban de uno de los conciertos más esperados en el país. De a poco las calles se tornaron más caóticas y el tráfico empezó a empeorar sobre todo en las calles cercanas al Bicentenario que ya se había pintado de negro con todos los ‘rockers’ que esperaban entrar al recinto.

Las puertas se abrieron a las dos de la tarde. Sin embargo, a las ocho de la noche la gente aún ingresaba. Algunos se mostraron molestos porque les decomisaron sus cinturones y otros objetos considerados como peligrosos, a pesar de las advertencias y las indicaciones preliminares.
La hora cero llegaba, y las emoción crecía cada vez más. En este punto lo que quedaba era buscar el mejor lugar para ver el espectáculo.

La gente se emocionó con tan solo escuchar algunos acordes de prueba. “Aún no empieza!”, gritaba uno de los espectadores para calmar a sus compañeros. De repente se apagaron las luces y empieza la cuenta regresiva en las pantallas. Le siguieron algunas escenas de la película ‘el bueno, el malo y el feo’ protagonizada por Clint Eastwood. En ese momento todos saltaron de la emoción “No lo puedo creer voy a ver a Metallica!!!” gritó un jovencito de unos 15 años, mientras abrazaba a su amigo.

Los primeros ‘riff’ sonaron y todos con celulares y tablets en mano no querían perderse ni el más mínimo detalle. Faltaban veinte minutos para las diez de la noche y el frío desapareció por un instante.
Y con eso el ‘headbanger’ (las sacudidas de cabezas) eran imparables en los fans, al ritmo de los aporreos de Lars Ulrich desde el fondo con su batería; los ‘riff’ y solos de Kirk Hammett, las improvisaciones en el bajo de Robert Trujillo y la voz siempre potente de Hetfield.

En ese preciso momento decenas de uniformados del GOE empezaron sus formaciones y se dirigieron a las afueras del parque Bicentenario, era claro que algo pasaba. Había gente que todavía pugnaba por entrar.
Mientras adentro todos disfutaban de dos horas de trash metal, afuera el escenario era distinto. Decenas de metaleros ocasionaron disturbios por intentar el tradicional ‘puertazo’ (entrar a la fuerza sin entrada). Sin embargo las fuerzas del orden intervinieron para calmar los ánimos. Y aunque los disturbios no pasaron a mayores, 40 personas fueron detenidas y 10 policías resultaron golpeados.

Pero nada importaba ya adentro y más con Metallica sobre el escenario. Los ánimos se pusieron al límite cuando el cielo se iluminó con fuegos pirotécnicos y detonaciones colmaron el lugar. Era la hora de ‘Fade to black’. Las cabellos largos, al menos de quienes podían, seguían los acordes. Como si fuera una coreografía bien sincronizada con todo el público.

Quienes estuvieron en el escenario junto a la banda de seguro no han podido ni dormir por tanta euforia, sobre todo cuando Hetfield o Trujillo con sus trenzas y bermuda, se acercaban a ellos y realizaban sus solos de guitarra o de bajo. Un sonido que a cualquiera le pondría los pelos de punta. Así fue como dos ‘metaleros’ más pudieron cruzar un par de frases en inglés con el vocalista de la banda, quien repetía siempre que las canciones fueron escogidas por el mismo público y que ellos solo estaban para complacerlo.

Diego y Rodrigo con un fluído inglés les dieron la bienvenida al país y anunciaron las siguientes canciones. “Qué suertudos, esos chicos imagínense estar a metros de los integrantes de la banda”, comentaba un grupo de panas que saltaba para ver algo más de lo que se veía en las tres pantallas gigantes. Era necesario verlos en directo.

Aunque Hammet es el guitarrista principal, Hetfield también se animó a ejecutar un solo que duró un par de minutos. En un acercamiento de cámaras hacia su guitarra mostró su vitela en la que estaba grabado ‘Metallica By Request’ y al otro lado la palabra South America (América del Sur) con una ilustración del continente. Se veía desde las pantallas gigantes.

El final estaba casi cerca, pero para la mayoría la sensación fue de que no habían pasado más de cinco minutos. El público coreó a viva voz el éxito ‘Enter sadman’ que fue acompañado con pirotécnia y llamas a los dos lados del escenario.

La sorpresa de la noche fue que una canción más sería interpretada por los norteamericanos, una escogida ‘in situ’ los presentes enviaron mensajes de texto para escoger la canción número 18 (una adiciones). Fue elegida entre ‘Whipash’, ‘The day that never comes’ y ‘Fuel’, la gran ganadora con más de 5 mil votos fue ‘Fuel’ que invitó a todos a hacer unos pequeños ‘pogos’ para saltar.

Entre distorsiones y pirotecnia, ‘Seek and Destroy’, del disco debut ‘Kill’ em all’, fue la que cerró el concierto y dio inicio a otras fiestas metaleras, unas más privadas para entablar nuevas amistades. Quizás Glenn las hizo, aquel paraguayo que con otros nueve fans ecuatorianos tuvieron el privilegio de vivir el concierto de Metallica en el mismo escenario.

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