Silencio, el último filme del director Martin Scorsese (foto), aborda la temática religiosa con una perspectiva histórica, por lo que el cineasta defendió su esencia. “El mundo no debe abandonar la espiritualidad, pese a los acontecimientos terribles actuales”, afirmó Scorsese en París durante la presentación.

Es un proyecto que tuvo durante décadas, por lo que admitió que es quizás su filme más personal.  

La película, rodada en Taiwán, está basada en la obra homónima del japonés Shusaku Endo, y narra  las dificultades de los misioneros jesuitas en el Japón del siglo XVII.

La trama es situada en 1640, cuando dos sacerdotes  se enfrentan a un clima violento cuando viajan a Japón en  la búsqueda de su mentor para difundir las enseñanzas del cristianismo.  

La pretensión del afamado director -que se define como un católico no practicante- fue la de “abrir un diálogo” con el espectador y mostrar hasta “qué punto la espiritualidad es parte integrante del ser humano”, explicó a los medios.  

Admitió que tuvo que superar “problemas financieros y legales” y  añadió que “tres o cuatro grandes intérpretes” rechazaron el papel solo porque “la religión no formaba parte de su vida”.

Al final, la cinta contó con la participación de los actores Andrew Garfield, Adam Driver y Liam Neeson.  

Scorsese, de 74 años, aseguró que “ya no tiene nada que esconder ni demostrar que sabe utilizar una cámara”. “Este filme es lo que soy ahora. No estoy a la moda”, dijo el cineasta estadounidense.  

“Venimos del silencio y es hacia allí a donde vamos. Deberíamos aprender a estar cómodos con esto”, manifestó, en referencia al título de la película. (I)