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Mariela Condo, en busca de un descubrimiento

Mariela Condo, en busca de un descubrimiento
04 de febrero de 2014 - 00:00

Una simpatía provoca la personalidad de la cantante ecuatoriana Mariela Condo, quien impresiona por el timbre de su voz angelical y su tierna e introvertida mirada, mezclada con la inquietud por descubrir facetas de la vida aún desconocidas.

Condo, indígena kichwa del pueblo Puruhá, originaria de la provincia Chimborazo (al sur del país) es una muchacha que no ha logrado despojarse de la ternura infantil, cuya carrera artística inició a los 6 años de edad, etapa desde la cual hace brillar la música ancestral asegurando un espacio en la historia para los pueblos indios del futuro.

Cuando empecé en el mundo del arte no me plantee ser intérprete, con el tiempo y la apertura del camino, poco a poco me he descubierto a mi misma, dijo la también compositora en declaraciones a Prensa Latina.

Junto al chileno Alberto Plaza en un recital de difusión del proyecto ‘Antologías Musicales Ecuatorianas’, colección con la que se busca rescatar la memoria musical del país. Circula con este Diario.

Al referirse a su carrera discográfica, la cantante de música clásica dijo que no responde a sus expectativas porque “estamos en un medio que no está preparado para el arte, porque su exigencia principal es responder a un mercado”.

Por eso, cuando uno se desprende de ese espacio mercantil tiene que buscársela de otra forma, hay que esforzarse y crear ideas. A mí lo que me interesa es cantar y seguirme descubriendo para saber quién soy, para qué canto y a la vez seguir escribiendo mis canciones, comentó.

- ¿Satisfecha con tu carrera internacional?

He recorrido varios países para llevar mi música, entre ellos Estados Unidos, Colombia, Perú, Noruega y Cuba, donde me tributaron una grata acogida. Espero poder visitar otras naciones para mostrar nuestra melodía.

Noté un brillo en tus ojos cuando mencionaste Cuba. ¿Qué representó para ti esa nación?

Maravillosa, esa musicalidad que se huele por todas partes, en cada esquina, el cariño de su gente, la alegría, fueron cosas que rápidamente las pude percibir en apenas una semana que estuve. Me siento feliz de haber estado en ese país.

A propósito de tu visita a países latinoamericanos, ¿cómo valoras el desarrollo de la música en la región?

Aprecio en todos los aspectos que Latinoamérica tiene un despertar y me parece muy importante.

Ese renacer lo sentimos y considero que muchas cosas lindas vienen hacia nosotros, no solo para América Latina, sino para toda la humanidad.

La coterránea de Lorenza Abimañay, líder india degollada por sublevarse en contra de la tributación en 1803, bajo el reinado de Carlos IV de España, adelantó -sin ofrecer muchos detalles- que se prepara para presentar su última producción discográfica, donde se fusionan los ritmos folclóricos andinos con el toque único que dan los instrumentos clásicos.

Mariela Condo participó recientemente en dos proyectos musicales dirigidos por el Ministerio de Cultura de Ecuador.

Uno de ellos, El pesebre de mi Tierra, es una antología de villancicos ecuatorianos donde compartió tres temas musicales con artistas de la talla de Karla Kanora, Pamela Cortés, Gustavo Herrera, Jorge Luis del Hierro e Israel Brito.

Asimismo integra el proyecto Canciones emblemáticas de Ecuador, donde reconocidos cantantes del país, a dúo con el intérprete chileno Alberto Plaza, realizan un homenaje a la música de esta nación.

La necesidad de matizar la formación con otros elementos lo manifestó la cantante al citar al intérprete flamenco Diego Cigala: “Alguien no puede producir algo bueno desde la comodidad del sofá. Hay que salir a explorar el mundo”.

Por eso, en su espiritualidad están presentes las ideas de León Tolstói (1828-1910), Jorge Luis Borges (1899-1986), Juan Rulfo (1918-1986), Roberto Bolaño (1953-2003) y Juan Carlos Onetti (1909-1984), autores que ha leído recientemente.

Además del dibujo, Condo tomó clases para perfeccionar su técnica e iniciarse en la acuarela. Con los títeres descubrió el poder que era capaz de proyectar, reconoció.

“Me abrió un espacio tan interesante, la mano tratando de transmitir una energía. Cuando estás cantando utilizas tu mano, en ese rato tienes otra visión de qué hace tu mano, tu mano también está cantando, tu mano también está hablando”, aseguró en conversación con El Universo.

Su condición de indígena le permitió palpar el racismo en la escuela y luego en otros contextos, además del machismo y el etnocentrismo.

“Tanto el racismo como el etnocentrismo son tristes enfermedades de la humanidad, son actos de violencia”, acotó.

Esos pesares, según consideró, la ayudaron a madurar y a ver la vida con todos sus matices.

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