No son los concursos de belleza los que convierten en Reina de algo a una mujer. Son las acciones. La Reina del hogar -citando un ejemplo- no es una frágil lady con corona y bastón de mando. Es la dulce y férrea mujer que dirige un presupuesto, hace milagros y es la fiera defendiendo a los suyos, para luego ser, sin intervalos, la suave brisa del hogar.

Pero hoy quiero hablar de una Reina, que sí fue además Reina de la belleza. Inolvidable por cierto: María Susana Rivadeneira Simball. Recuerdo de manera nítida cuando en el 2003 leí un reportaje en el que hablaban de una súper joven mujer que pintaba unos cuadros lindísimos, y que había estudiado arte en Europa.

Poco tiempo después la veía de candidata al Miss Ecuador, que lo ganó limpio, palmo a palmo, convirtiéndose en el 2004 en la “niña de los ojos del Ecuador“, pues ese año el concurso universal se efectuó en Quito. Y queríamos nuestra primera Miss Universo. Debió ganar. Era la mejor y de largo.

Pero el amigo Trump tenía planes surfistas. Es tiempo pasado.
Susana no se conformó con ser una de las Misses de mayor grado de recordación, que eso es bastante ya. Ha trabajado en una cantidad impresionante de obras de alcance comunitario y empresariales con función social. Pero a la par de aquello, ha llevado un estilo de vida impecable, intachable, con una proyección enorme, claro ejemplo de que se puede ser conocido y popular, sin ser chillón ni mediático para mal.

No cayó en las redes de la TV basura (alguna TV es basura, otra no) que de seguro le ofreció posibilidades inmensas de aparecer y saturarse. Dijo simplemente “no”. Enhorabuena.

Y luego de aquel nítido papel de Miss Ecuador ha seguido siendo la figura pública de respeto, de medidos comentarios, de apariciones pocas pero acertadas, escogiendo el momento. ¿Que si es un equipo de Relaciones Públicas (RR.PP.) que la asesora? ...lo dudo. Tiene la personalidad y la experiencia para saber cómo manejarse. ¡Y vaya que lo ha hecho bien!

Una prueba contundente de un manejo responsable de su imagen y en claro afán de contribuir al engrandecimiento de la nación y de sus diseñadores, por ejemplo, es el evento Designer Book que cada año se supera a sí mismo. Cada edición trae gratas sorpresas, y que en esta ocasión, además perfiló a Samborondón como capital de la moda. Dicho así podría sonar frío y comercial.

Pero lo cierto es que este acontecimiento proyecta, asesora y promociona a los talentos nacionales del diseño, muy jóvenes unos, con trayectoria otros, para en un marcado y visual escenario, mostrar lo mejor de su ingenio al mundo, con prestigiosas invitadas de alcance internacional, como la madrileña Ágatha Ruiz de la Prada en la edición anterior, y la gran Silvia Tcherassi (de Colombia), en esta ocasión.

Los modelos escogidos son jóvenes ecuatorianos que acuden a un casting, sin prebendas ni favoritismo para una sola agencia. El Designer Book es -lo digo sin aspavientos, de largo, el evento de proyección de moda más importante del Ecuador, por organización y frutos.

El próximo año este, que tiene la marca del Ecuador, se realizará en otro país. Por sus obras les conoceréis, y por eso sigue siendo una Reina nuestra siempre bella y frontal María Susana Rivadeneira.