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Los ritmos jamaiquinos crecen entre los artistas ecuatorianos

Los ritmos jamaiquinos crecen entre los artistas ecuatorianos
03 de julio de 2013 - 00:00

La cultura musical jamaiquina es el resultado de la fusión de elementos africanos, estadounidenses (rhythm and blues, rock and roll, soul) y de islas caribeñas cercanas, como Trinidad y Tobago (calipso y soca). Esta música ha ejercido una importante influencia sobre otros estilos de diferentes países, ya que engloba una multitud de géneros de música popular como ska, rocksteady, reggae, dub, mento, dancehall, reggae fusión y otros estilos relacionados.

En particular, los inmigrantes jamaiquinos en Nueva York evolucionaron su música hasta convertirse en el origen del rap. Otros géneros que han recibido la influencia jamaiquina son lovers rock y jungle.

Cuando se habla de música popular jamaicana mucha gente tiende a pensar en el reggae, gracias a la fama internacional de artistas como Bob Marley. Este género tiene su origen por los años 40 y con el paso de los años ha evolucionado. La primera vez que se usó la palabra reggae en una canción fue en ‘Do the reggay’ (1968), del grupo The Maytals.

En Ecuador también hay varios artistas que se inclinan por los ritmos jamaiquinos. Por eso el pasado sábado se realizó en el Teleférico de Quito el primer festival internacional Reggae Camp, en el que participaron bandas ecuatorianas y extranjeras.

Jacob Hidalgo, propietario de La Casa Rasta, fue uno de los organizadores de este evento, y cuenta con mucha experiencia en realizarlos, pues hace ocho años se encarga de este tipo de proyectos, a más de manejar la carrera artística de varios intérpretes de esta variedad.

Fernando Puyol, fundador del grupo quiteño de reggae Alma Rasta.

“Este género no ha sido muy explotado por los artistas ecuatorianos, mientras que los internacionales tienen giras, pero no pasaban por Ecuador, así que en el 2012 llegué a un acuerdo con Carlos Hidalgo, de Show Factory, para durante este año hacer shows de música reggae. En febrero empezamos con Los Cafres y Gondwana, nos fue excelente y luego planeamos el Reggae Camp”, dijo Jacob.  Añade -además- que Alma Rasta es una de las bandas más representativas del reggae en Ecuador, “por sus letras, su contenido y su música”.

Para Fernando Puyol, quien creó a finales del 2005 Alma Rasta, se inclinó por interpretar reggae cuando comenzó a investigar la cultura rastafari. “Siempre escuché la música de Bob Marley y comencé a cantar sus temas. Esto me llevó a involucrarme con el movimiento espiritual, ahora soy vegetariano, me gusta el contacto con la naturaleza y la comunión con Dios Todopoderoso. Las letras de mis canciones hablan sobre las injusticias, los niños de la calle y están contra del racismo, el maltrato a la naturaleza”, explica Fernando.

Según los expertos, el rastafarismo es un movimiento espiritual que considera que Haile Selassie es la tercera reencarnación de Jah, abreviación de Yahvéh, después de Melquisedec y Jesús. Surgió en los comienzos de 1930 en los barrios marginales de Kingston, Jamaica y en los sectores rurales adyacentes.

Fue la visión social y cultural del editor, periodista y empresario jamaicano, Marcus Garvey, que inspiró a los rastafaris. Incluso lo consideran una reencarnación de San Juan Bautista. Garvey (17 de agosto de 1887–10 de junio de 1940) fue el fundador de la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro (UNIA, por las siglas en inglés).

Los colores verde, amarillo, rojo y negro son el emblema principal del rastafarismo. El verde es el recuerdo de la vegetación de Etiopía, el amarillo alude a la riqueza de su tierra, el rojo es símbolo de la sangre derramada por los mártires africanos y el negro es para representar el color de ese pueblo.

Sus conceptos los llevan a retomar el contacto con la naturaleza, llevar una vida de purificación espiritual y luchar contra el sistema dominante (Babilonia), creador de la esclavitud, la dominación y destrucción.

Y aunque para quienes son parte de este movimiento, no es una religión, sino una creencia de hermandad, bienestar y aceptar a los demás, muchos aseguran que son mal vistos al no comprender su estilo. Los rastas adoran a Jah , fuman ganja y la consideran como la hierba sagrada que los pone en contacto con Jah y sana sus almas. No consumen drogas, no beben alcohol, no comen carne, y su ideología no permite peinarse el cabello.

“Hay personas que juzgan por el cabello y en muchos eventos en los que he participado la Policía nos ha discriminado y hemos sufrido maltrato por parte de ellos, pero todo lo que sentimos lo expresamos a través de la música, lo hacemos con buena vibra, y sin embargo, a veces han llegado a suspendernos los conciertos sin motivos. Eso nos ocurrió hace poco cuando realizamos un show en Quito en homenaje a Bob Marley, que es algo que hacemos todos los años”, agrega Fernando Puyol.

Pero no todos los músicos que interpretan reggae son parte del rastafarismo, ese es el caso de algunos de los integrantes del grupo guayaquileño Conciencia Verde, pues aunque Wilson Lozano (vocalista) es parte de esa comunidad, los 5 músicos restantes no lo son, pero toman parte de esta cultura y la enfocan en las letras de sus canciones, así comenta Raúl Chávez (baterista) y añade que hasta el momento han contado con mucho apoyo y el comentario del público ha sido positivo. “Tenemos seguidores desde los 16 años que nos escriben en las redes sociales porque les gusta lo que hacemos, solo esperamos tener más apertura para mostrar nuestra música y llegar a más público”, dijo.    

A más de la lucha social, el amor es otro de los temas que se aborda en la lírica de los géneros jamaiquinos, algo que gusta mucho al público, según indica Andrei Charpentier, de la banda quiteña de ska, Suburbia, la cual cuenta con 10 años de trayectoria. El tema da para rato.

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