Los Papa y otros sacerdotes también forman parte del séptimo arte
La histórica renuncia de Benedicto XVI fue vaticinada por la comedia amable ‘Habemus Papam’ (2011), de Nanni Moretti. Sin embargo, los Papa han tenido un papel muy versátil en el cine, desde Julio II, quien atormenta a Miguel Ángel en ‘The Agony and the Ecstasy’ (1965), a la crítica histórica con Pío XII en la franco-alemana ‘Amén’ (2002).
‘Todo cambia’, de Mercedes Sosa, era la canción que Moretti elegía para su película, que ahora revisionada suena a oráculo, después que Joseph Ratzinger rompiera siglos de tradición dejando vacante su puesto de obispo de Roma, aunque no bajo el pánico escénico que afectaba a Michel Piccoli en el filme.
La elección del argentino Jorge Mario Bergoglio y su conversión en el Papa Francisco -del pasado 13 de marzo- también tuvo ritmo, puesta en escena y tensión dramática de lo más cinematográfica y ante la peculiaridad y opacidad del funcionamiento vaticano, el séptimo arte le ha dedicado muchas miradas, desde la apología ultracatólica a la crítica demoledora.
Ateniéndose al proceso recientemente terminado, los días inmediatamente anteriores a la fumata blanca, quizá fue ‘The shoes of the fisherman’ (1968) la más famosa en retratarlo, al contar la historia ficticia de Cirilo I, encarnado por Anthony Quinn, elegido en la octava vuelta de votaciones y quien acaba interviniendo en una crisis nuclear entre China y la antigua Unión Soviética (URSS).
O quizá ‘The cardinal’(1963), sin llegar a Su Santidad, expresó -como ninguna- las intrigas de poder, fascismo, sexo, aborto, guerra y la complicada ascensión en el seno de la Iglesia, aunque también amparándose en la ficción.
Con ambición de rigor histórico, ‘Amén’, de Costa-Gavras, buscó repartir responsabilidades en el Vaticano, en concreto para Pío XII, o por “lavarse las manos” como Pilatos y ante las atrocidades del nazismo durante la II Guerra Mundial.
Basada en la obra de teatro ‘El Vicario’, de Rolf Hochhuth, que causó tal escándalo que obligó al Vaticano a revisar ese episodio histórico, Gavras hizo la película evitando la polémica como “una metáfora sobre el silencio, la indiferencia e implicación que frente al extermino protagonizaron las autoridades políticas y religiosas de todo el mundo”.
Un Pontífice mecenas con mucho carácter y complejidad emocional era el que retrataba Carol Reed en ‘The agony and the ecstasy’, careo entre Julio II (Rex Harrison) y Miguel Ángel (Charlton Heston) alrededor de la creación de la Capilla Sixtina.
En ella, las pinceladas del maestro chocaban con el carisma y la determinación del Sumo Padre, al tiempo que dibujaban un interesante debate entre designios humanos y divinos.
Un clásico espiritual como ‘Fratello sole, sorella luna’ (1972), película de Franco Zeffirelli sobre San Francisco de Asís, incluía en su comunión del hombre con la naturaleza la figura de Inocencio III, que era interpretado por Alec Guinness y lucía como ejemplo de humildad.
El cine también se hizo eco de la leyenda de ‘Pope Joan’ (1972), que supuestamente ocultó su sexo para acceder a la figura de Sumo Pontífice, con Liv Ullman como protagonista. Su ‘remake’ fue en 2009.
Y un hombre de procedencia italiana como Francis Ford Coppola, tras explorar los recovecos mafiosos en las dos entregas de ‘The godfather’, ambientó el broche de su trilogía en las intrigas del banco vaticano, el IOR, e incluso rodó la escena de la muerte de Juan Pablo I.
Ese concepto de “familia” llena de poder y adalid del nepotismo tenía como referente histórico fundamental la casta de ‘Los Borgia’, llevados al cine por Antonio Hernández con Lluís Homar como Alejandro VI.
Pero el Papa, a veces, ha sido secundario e interpretado incluso por Ringo Starr en ‘Lisztomania’, de Ken Russell, pero también por Max von Sydow -que había sido ya sacerdote en ‘The exorcist’- como Clemente VII en ‘Una vita scellerata’ (1990).
Sin embargo, el actor especialista en interpretar al Papa parece John Gielgud, como Pío XII, en ‘The Scarlet and the black’ (1983), el ficticio Pío XIII en la citada ‘The shoes of the fisherman’ y como Pablo IV en ‘Elizabeth’ (1998).
En televisión, en cambio, se registra la figura del Pontífice con todo el protagonismo en biografías realizadas desde la ferviente admiración, como ‘The Pope John Paul II’ (2005), en la que Jon Voight fue un convincente Karol Wojtyla, o el Juan XXIII encarnado por Bob Hoskins en el filme ‘The good pope: Pope John XXIII’ (2003).