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Leonaar De Graeve: Hay que sembrar la cultura

Leonaar De Graeve: Hay que sembrar la cultura
30 de agosto de 2013 - 00:00

“En una sociedad en la que existen muchos problemas de clasificación económica, social y racial, lo que nos une es la cultura. Ese debe ser el camino intelectual y emocional de un artista”. Esa frase del músico belga Leonaar De Graeve es el reflejo más claro de su objetivo: sembrar la semilla del arte en las nuevas generaciones.

Llegó a Latinoamérica en el 2006. Eran las primeras vacaciones que se tomaba después de 15 años de trabajo musical intenso. Su primera parada fue Lima. Aunque vino por vacaciones, terminó organizando allí uno de los espectáculos más grandes y trascendentes de esa ciudad.

“En la Universidad Nacional de San Agustín, de Arequipa, donde fui maestro, realicé el proyecto Un Día de Artes, con música, pintura, escultura… todo en vivo y retransmitido en 6 o 7 canales de allá. Eran cerca de 460 artistas, fue algo muy grande, hasta lloré de la emoción”, recuerda.

Él quería con esa muestra acercar el proceso del arte a la sociedad. Lo mismo hará mañana en el espectáculo Utopistas Imagen y Semejanza, en el que, aunque con menos exponentes, también se fusionan varias ramas culturales. “El propósito es que estas disciplinas interactúen entre sí y también con el público, que se convertirá en un participante más de la muestra”, dice este talento belga en claro idioma español.

Quiere que la muestra constituya una experiencia inolvidable para el espectador, que se aleje del concepto: “otro concierto más” y que sea más bien una cita para vivir el arte. Para ello, contará con la ayuda de varios colegas artistas, quienes lo acompañarán en este show gratuito, que tendrá lugar en el Museo del Grabado de la Garza Roja, a las 11:00.

Según las ramas, menciona a los involucrados: “En poesía, estarán Karina Gálvez, Ramón Barranco, Imas Nerak y Ramón Sonnenholzner, en pintura, Héctor Ramírez; en grabado, Hernán Zúñiga, y en música: Ernesto Guerra en el arpa, José Luis Pilozo en la guitarra, Jorge Saade en el violín, María de los Ángeles Horta en el piano y yo en la tuba”.

La finalidad es acercar a la sociedad al proceso artístico, y no solo mostrarle los resultados de este. Hernán Zúñiga, por ejemplo, trabajará un grabado en el evento, y los poetas llevarán sus versos y los harán circular por el público; pero no se trata de un mercado, hay todo un programa premeditado que marcará los tiempos de cada actuación.

“La cultura forma al ser humano y el ser humano forma a la cultura”. Esta primicia mantiene viva la esperanza de Leonaar de dejar acentuada la inquietud por el proceso artístico en las nuevas generaciones. “Estoy muy activo en la educación, creo que tenemos que trabajar para mejorar la sociedad y que la mejor manera de hacer crecer el arte es a través de los jóvenes. Hay que sembrar cultura”, dice.

Esa licencia para enseñar la recibió en su país. Luego de que se especializó en música en el conservatorio Gent e hizo carrera por años en varias orquestas. En Ecuador está desde el 2009. Actualmente trabaja con la Sinfónica de Guayaquil y como profesor de música en la UEES.

En el grupo local es el encargado del trombón, instrumento con el que se inició en la música hace más de dos décadas. Se enamoró de este luego de escuchar ‘El bolero de Ravel’, una famosa melodía del compositor francés Maurice Ravel en la que sobresale ese viento, y que fue creada en 1928.

Empezó entonces a indagar por su cuenta sobre música, de una manera autodidacta y bastante teórica, reconoce. “Todos dicen: ‘la música es el idioma universal’. Yo añadiría a esta frase: “(…) y como todo idioma que quiere ser mejor conocido, la música se debe estudiar, porque la música es el único idioma en que no puedes mentir”, suelta el artista, convencido de que para el arte que practica es intrínsecamente necesaria la preparación académica.

Otro viento que lo identifica es el más grande de todos los instrumentos de este tipo, la tuba, a la que se acerca por casualidad, en un concierto del argentino Mauricio Kagel en su país. “Necesitaban tuba y me pidieron que, por una semana, me encargue de esta”, cuenta. Al principio se resistió, pero luego de recibir felicitaciones y ánimos, esa semana se transformó en años.

“La música no es solo tocar un instrumento o unas notas… es mucho más que esto. Es simbólica, matemática, filosófica, psicológica... Estamos hablando de un nivel subconsciente en el que sí somos iguales”, comenta este confeso amante del jazz, la música clásica y contemporánea.

Leonaar es miembro activo de la Logos Foundation, una organización que promueve la música y las artes relacionadas con el audio. No piensa en partir todavía. Con tono modesto dice: “Aún hay mucho por hacer”.

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