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El Telégrafo
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Dallyana passailaigue encarna a una mujer desesperada por un amor no correspondido

‘La voz humana’ revela a una debutante intérprete con altibajos (Video)

Foto: Miguel Jiménez.
Foto: Miguel Jiménez.
01 de noviembre de 2014 - 00:00 - Redacción/ Telemix

A Dallyana Passailaigue se la conoce como presentadora de televisión, conductora de radio y atleta. Pero es poco lo que se conoce acerca de su faceta como actriz, salvo que ella misma ha dicho que durante cinco años se preparó en esa rama cuando vivió en España e Italia.

En varias entrevistas afirma que estudió comedia del arte en Italia e interpretación en la escuela que tiene en Madrid el director argentino Jorge Eines, quien ha montado obras inéditas como ‘Estación tango’, con música de Astor Piazzolla, y ha adaptado otras como ‘1941 Bodas de sangre’, de Federico García Lorca; ‘El precio’, de Arthur Miller; ‘Ricardo III’, de William Shakespeare; ‘El zoo de cristal’, de Tennessee Williams, y más.

Con ese antecedente, Passailaigue quiso debutar con ‘La voix humaine’ (La voz humana), un monólogo escrito por el francés Jean Cocteau en 1927 para que lo interpretara la cantante parisina Edith Piaf, y que luego fue dirigida por él mismo en 1930.

Cocteau, dramaturgo, novelista, poeta y cineasta, se basó mucho en Piaf, quien formaba parte de su círculo social y que tuvo una vida marcada por las tragedias y desamores. De ahí que el personaje central de ‘La voz humana’ es atormentado.

Este personaje no tiene nombre y no lo necesita. Es una mujer angustiada y desesperada por recuperar al hombre que le corresponde a su amor y que, de paso, está a punto de casarse con otra fémina. Son esos rechazos los que la llevan a sumirse en excesos, como las drogas y el alcohol, causados por su depresión. Durante el desarrollo de la pieza, ella espera el llamado telefónico de su amado que parecía no llegar. Cuando suena el teléfono suelta una diversidad de reacciones.

Se trata de un personaje que en más de 80 años ha sido representado en teatro, ópera y cine por actrices como la belga Berthe Bovy, la italiana Anna Magnani (en la versión de Roberto Rosellini que incluyó en su película L’amore, de 1948), la sueca Ingrid Bergman (quien fue esposa de Rosellini), la argentina Cecilia Roth, la italiana Sophia Loren (en la adaptación al cine que en 2013 dirigió su hijo Edoardo Ponti), y otras. La versión en tragedia lírica fue estrenada por Francis Poulenc en 1959.

Passailaigue escogió esa exigente obra para estrenarse como actriz de teatro, lo cual generó desde el principio dudas por el hecho de ser una figura mediática, de televisión.

Tras una hora de desarrollo de la obra se percibe un ambiente retro con efectos sonoros impecables. Ahí la escenografía fue concebida por el director León Sierra para la versión ecuatoriana de ‘La voz humana, que la semana pasada se estrenó en el Scala Shopping, de Quito, y se mantendrá en cartelera hasta el próximo 16 de noviembre.

El primer gran problema de la debutante es su acento españolizado por sus cinco años de residencia en el país ibérico. Aquello le resta veracidad a su personaje, que originalmente es francés. Provoca cierta molestia en el espectador (quizás confusión si no conoce el origen de la obra) al escuchar a una ecuatoriana con dejo español. Ese detalle no termina de convencer al espectador.

Tras bastidores, Passailaigue reconoce que no ha podido despojarse de su españolismo.

Ese problema le quita al montaje la posibilidad de identificarse con el personaje, que no es ni ‘ecuatoriano ni español’.

El descuido tanto de Sierra como de su intérprete fue pasar por encima la universalidad del personaje, que originalmente fue concebido como francés. Eso implicaba que la traducción al castellano debía ser lo más fiel posible.

El segundo problema fue la transmisión de emociones de Passailaigue hacia el público porque su personaje fue creado con muchos matices. Se cumplió con las líneas del libreto, de forma plana y mecánica, pero no se sintieron creíbles sus estados de angustia y desesperación.

El maquillaje resultó impecable en cuanto a lo estético, pero a la vez no estaba acorde con el deterioro por la depresión y excesos que se pretendía transmitir de un personaje obsesionado por retener infructuosamente al amor de su vida.

El estreno como actriz de la presentadora televisiva causó expectativa, una muy mediática que otros histriones hubiesen querido. Aquello constituyó un arma de doble filo.

Una ventaja porque, al ser una figura televisiva, muchos ojos estuvieron sobre ella. Y desventaja por la misma presión de haber causado expectativa y tener tantas miradas sobre ella en teatro, para descubrir un nuevo talento o dejarse someter a la sexy imagen de su intérprete.

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