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El Telégrafo
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La violencia intrafamiliar conmociona en Upercut

La actriz es locutora titulada en la U. Central de Venezuela, tiene una revista radial y se dedica a la orfebrería.
La actriz es locutora titulada en la U. Central de Venezuela, tiene una revista radial y se dedica a la orfebrería.
Foto: José Morán / El Telégrafo
20 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Telemix

El silencio y la ansiedad de una mujer depresiva irrumpen en una de las salas de Microteatro Guayaquil. Rosymar González es la intérprete de esta infeliz, a quien le atormenta una particular situación.

Así inicia la obra Upercut, una historia que aborda el maltrato físico y psicológico que ha vivido la protagonista en su niñez y que ha repetido en su relación de pareja.

“Es una obra mágica, llena de surrealismo y de muchas emociones. Se pasea de la risa al llanto, de la locura a la sobriedad. Es una mujer que está bien perturbada con sus recuerdos y emociones”, explica la actriz venezolana, oriunda de Caracas, quien concibe este trabajo como un reto y experiencia que ha alimentado su carrera actoral.

Este monólogo es una creación del escritor español, Santiago Sueiras, quien escribió el texto después de que su abuela falleciera. Por años lo mantuvo bajo llave e inconcluso hasta que se lo mostró a González,  para trabajarlo juntos, agregarle detalles y adaptarlo a microteatro.

“Santiago escribió esto en un día muy difícil para él. Lo hizo después de la muerte de su abuelita y no  porque tenga que ver con el maltrato físico en su hogar, él jamás vivió violencia doméstica, sino que a partir de esta tragedia él empieza a  sentir que la muerte es una especie de liberación para el ser humano.  Cuenta que iba en el metro y parece que escuchó a alguien decir la palabra upercut que significa gancho o golpe y era el sentimiento que él tenía en ese momento”, relata la intérprete dramática.

Señala también  que meses más tarde el autor vinculó de alguna forma el impacto que sintió por el triste episodio familiar y empezó a construir esta historia.

“La terminamos de escribir juntos, de hecho, las cosas que esta mujer dice y el flashback que tiene sobre lo que ocurre en un programa de televisión lo fuimos redactando juntos. Fueron ideas que iban alucinándonos a los dos y cada uno puso sus propias historias”.

Utilería de soporte emocional

La escenografía minimalista implementa efectos de luces que se intensifican o atenúan sobre la silueta de la actriz. Una cenital destaca su miedo y aflicción, mas la iluminación total descubre una interacción coqueta con uno de los espectadores con el que aborda una confidencia sobre su madre: un orgasmo que esta habría pedido en sueños.

El sonido también juega un papel importante. Durante la escena en que relata un episodio conmovedor adornado con las sirenas de una ambulancia o cuando  reacciona al timbre de su celular para hablar con su hijo sobre el estado de su esposo, situaciones que invitan a entender el conflicto inicial y la razón del remordimiento.

Se suman a la utilería el consumo de un cigarrillo, la copa de vino y la mesa para apoyarse, elementos que controlan su histerismo al hablar de la convivencia con sus padres.

El teatro como canal de emociones

“Si bien es cierto que aborda esto  de la violencia intrafamiliar o del maltrato a la mujer, de alguna forma creo que la conclusión final es que el ser humano tiene la capacidad, el derecho y el deber de liberarse cuando algo te maltrata, te encarcela, cuando hay algo en tu vida con lo que no estás de acuerdo”, opina González.

La palabra upercut en la obra se resuelve en los sentimientos encontrados de esta mujer que retoma la tensión y los nervios al confesar una idea que no ha logrado sacar de su cabeza y que está ligada a un crimen en su familia.

Sueiras en este argumento resalta la construcción de una historia que nace a partir de sus vivencias, como la de amigos, conocidos o lo que ha leído en los periódicos.

González asegura que con el escritor les une la misma percepción sobre el teatro. “La idea es que cuando el público escuche sus historias pueda sentir algo”.

Por ello asegura que ambos deseaban mostrar una cara distinta de este arte, para que las personas se emocionen, rían, sientan el llanto y la tragedia, como la alegría y el dolor, pero que no salgan de la obra sin haber sentido algo.

“Con esta obra intentamos mostrarle a la gente una cara distinta también de teatro y mostrar que sí es posible en 15 minutos hacer textos que te conmuevan, que revolucionen a todos con tus emociones e instintos”.

Reconoce que fue difícil aceptar el reto de manejar tantos sentimientos en una escena tan corta.

“Quería que sea escrita para microteatro, porque las piezas suelen ser adaptadas de obras largas y para mí eso es una mutilación a un texto, no era con lo que yo quería empezar y quise experimentar en la forma más bonita, con el público cerca y mirar sus caras de dolor o sufrimiento, como si estuvieran sintiendo lo mismo que yo”, explica la actriz de Brujas, quien asegura que este es uno de sus primeros roles dramáticos que ha trabajado en Ecuador. Un personaje antagónico a las comedias que ha realizado hasta ahora. (I)

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