La parodia del discurso político fue el toque cómico de los monólogos
La consigna era hacer reír a toda costa. Se mofaron de las cosas cotidianas, crearon parodias de los últimos acontecimientos políticos y se burlaron de lo que la prensa rosa ha dicho de cada uno de ellos.
Esa fue la base del guion del Stand Up de los Monologueros que logró sacar carcajadas a todo pulmón al público que se citó, el domingo pasado, al estreno de esta edición especial presentada en el teatro Las Cámaras.
Francisco Pinoargotti, David Reinoso, Víctor Aráuz, Émerson Morocho y su personaje de la señorita Laura fueron los protagonistas de un juego de ruleta que proyectó sus rostros sobre una pantalla LED que seleccionaba al que debía abordar el monólogo.
Una voz se encargó de cuestionar los temas que seleccionaban sus amigos, en complicidad con los espectadores, quienes incluso sugerían temas personales.
No hubo música, ni humo ni juego de luces. La escenografía es la misma que ha decorado el ambiente de los monólogos de Pedro Ortiz, quien ha sido el pionero de estos programas y que es amigo de los protagonistas de esta noche.
A Pinoargotti le tocó calentar el ambiente, tanteando temas para enganchar a los presentes. Que los ecuatorianos se burlan de todo fue parte del discurso que ligó a varias situaciones, como cuando asisten a los velorios tan solo para “chismear, contar cachos o comer rosquitas”.
El primer turno de Reinoso, cuando habló de su infancia en Mapasingue junto con sus familiares no causó tanta gracia como la caracterización que hizo de reconocidos políticos, como el Alcalde de Guayaquil, un exvicepresidente y de la parodia basada en los tuits del exmandatario sobre la situación política del país.
Primerizos como monologueros
La actuación de Morocho sorprendió con su cambio de entonación al interpretar diversos personajes que caracteriza en radio y televisión; pero el de la señorita Laura provocó más risas al hacer énfasis en las actitudes de ciertos gais que fingen ser varones. Señaló a más de uno entre las parejas para indicar que si tenía las piernas cruzadas “el man es...”.
Para este personaje fue la primera vez en un monólogo donde elogió la actitud de las mujeres, “quienes tienen visión 360, mientras que los hombres son básicos porque no ven más allá de sus narices y por eso hay que hacerles todo”.
Aráuz selló la noche al hablar de su convivencia con su abuela en la etapa de la adolescencia. Las risas retumbaron el auditorio al describir con sarcasmo las formas en que la señora le pegaba si no cumplía sus órdenes. “Me mandaba a comprar con unas zapatillas que tenían un girasol y como debía pasar por la casa de la chica que me quería ‘comer’, la vieja no me dejaba arreglarme y tenía que ir con el short del colegio y la camiseta con el logo de Alvarito con bigote”.
Las carcajadas se intensificaron cuando relató sobre su ‘pana’ Guido, un ricachón de barrio de su grupo de amigos, a los que enseñaba cómo conquistar “a las feas y no a las bonitas, porque estas no llaman, no joden ni persiguen”.
El público participó, rió y no censuró. Sabía a lo que iba y no se fue defraudado luego de las dos horas de comicidad que estuvieron en las manos de expertos. (I)