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La actriz que cambió el Derecho por la televisión

La actriz que cambió el Derecho por la televisión
06 de mayo de 2011 - 00:00

Alejandra vive envuelta en lujos, pero no es feliz. Cada día recibe una paliza de su esposo Gerardo (Fernando Solórzano). Ella calla por mucho tiempo porque cree que es la causante de su ira. Y Alejandra es el personaje que interpreta la venezolana Coraima Torres en la minitelenovela colombiana Confidencial, que la trajo a Guayaquil.      
Coraima no se parece en nada a su personaje, pero reconoce que ha aprendido mucho de él, tanto como de los anteriores roles que ha desempeñado en  la televisión desde 1989. Más bien la actriz,  nacida el 6 de junio de 1973 en Valencia, es una mujer muy segura, un rasgo de su personalidad muy opuesto al de Camila Andrade, una fémina con baja autoestima en el dramatizado El último matrimonio feliz (2008).

“A mí me interesa el ser humano que hay dentro de cada personaje, que tenga un viaje hacia su interior. En el caso de Alejandra y Camila se trata de mujeres que sufren  maltratos físico y psicológico. A ellas les costó denunciar las agresiones. Considero que en la vida real se necesita más información sobre los derechos de las mujeres para que puedan denunciar”, explica la actriz, quien sin proponérselo se inició en Arlequín, un grupo de teatro de su colegio Sagrado Corazón de Jesús.

“Era una actividad extracurricular durante mi época estudiantil, algo así como integrar los equipos deportivos o la banda del colegio. Eso fue entre los 9 y 13 años. Allí hacíamos improvisaciones. Era algo experimental. Aunque no tenía claro lo que haría después, esa época de teatro sembró en mí determinadas inquietudes. La carrera que yo quería era otra”, recuerda la actriz que a los 15 años se trasladó a Caracas y luego quiso ser abogada.

“Estudiaba Derecho y a la vez quería ampliar mis conocimientos en actuación. Como la universidad se sometió al paro, tuve más tiempo para la actuación”, refiere la intérprete que en 1992 se hizo conocida por su papel de gitana en la telenovela Kassandra, aunque tres años antes debutó en Alondra y luego Gardenia, historias en las que apenas pudo decir: “buenos días, pase adelante”.

Desde Kassandra poco se conocía acerca de su carrera porque llevó su talento a países como España, Argentina y Colombia. A ese país llegó en 1994 para la historia Sueños y espejo, en la que  conoció al actor Nicolás Montero (Rafa, en la telenovela Un sueño llamado salsa, que transmite TC Televisión). Un año después se casaron y procrearon a Manú. Desde entonces, la actriz reside en ese país que le ha permitido trabajar con guionistas como el fallecido Bernardo Romero Pereiro (Las juanas, Momposina, Escalona), Mónica Agudelo (La hija del mariachi) y otros.

Y precisamente el trabajo de los guionistas es lo que más le atrae de su oficio, pero le aterroriza escribir. Más bien se considera una lectora compulsiva que admira esa estructura psicológica y policial que, según ella, le plantea El túnel (1948), una de las obras célebres del recientemente fallecido Ernesto Sábato.

“Para mí ese es un libro de rigor, tanto como las conversaciones entre él y Jorge Luis Borges (Diálogo: Borges/Sábato, ese compendio de conversaciones entre ambos escritores que el periodista argentino Orlando Barone recopiló en 1975 y publicó en 1997)”, dice la venezolana que también admira el trabajo literario de Antonio Tabucci, Umberto Eco, Milan Kundera, y otros.

Más allá de la actriz, Coraima Torres es una mujer sencilla que disfruta de casi todos los deportes (menos el boxeo), de la compañía familiar durante los domingos y de las películas caseras de directores británicos como Danny Boyle (Slumdog millionaire, 127 Hours) o Mike Leight (Vera Drake), menos de las de Quentin Tarantino. “Me aburre ver tanta violencia”, dice.  

No se considera una erudita en la música, pero tampoco se complica porque disfruta tanto del estilo minimalista de Philip Glass (candidato al Oscar por la banda sonora de Las horas en 2002) como del rock de los británicos Muse o Slash, el ex guitarrista de Guns N’ Roses. De hecho, revela que recientemente fue al concierto de este último con Manú, mientras estudia las historias para los proyectos que sucederán a Confidencial, el dramatizado que la trajo al país. Siempre con su lema: Me gusta lo próximo que haré”.

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